Escenarios municipales y nuevos gobiernos
 
Hace (41) meses
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Hablamos de que ya fueron electos nuevos ayuntamientos en Hidalgo. Entre sus promesas de campaña había la de más empleos, mejoramiento de la imagen urbana, repunte de la economía, entre otras. Eso fue en tiempos de campaña, ahora es el tiempo de las acciones.
Sin embargo, los presidentes municipales electos enfrentarán más desafíos de los que han considerado. Muchos de ellos les han pasado desapercibidos y los encontraran de pronto en el camino.

Es posible que algunos otros los consideren dentro de sus hacer cotidiano, pero no han logrado comprender la magnitud de cada uno de ellos.

En ese escenario podemos colocar el tema de los residuos sólidos urbanos, tema en el que muchos de los gobiernos municipales se han enredado una y otra vez. Repitiendo esquemas de atención, creyendo que la suya es la verdaderamente innovadora. Pero una y otra vez repiten la misma fórmula, concesionar el servicio a una empresa y pagar por que alguien vaya y confine, enterrando para siempre cientos de toneladas de basura.

En algunos municipios, Pachuca, por ejemplo, el problema es aún mayor, el sitio de disposición ha cumplido su vida útil y, artificialmente, a través de convenios, acuerdos y otros mecanismos, se viene extendiendo su uso y agravando la situación del mismo.

Este es un problema que reclama de la autoridad municipal, soluciones diferenciadas, encaminadas a dar verdadera sustentabilidad a la gestión de residuos. Innovación le llaman los que dicen que saben.

Al igual que este, hay otra cantidad de problemas fácilmente identificables. No es lo mismo fácilmente identificables que fácilmente solucionables; en algunos municipios de la entidad, la dispersión poblacional hace mucho más difícil el poder dar atención a los problemas que se suscitan en la jurisdicción municipal.

En el caso de otros, los casi nulos recursos económicos propios, hace casi imposible que los ayuntamientos puedan ejercer de manera libre el presupuesto municipal, el que se encuentra, en su mayoría, construido con recurso federales y/o estatales, atando de manos a los ayuntamientos en la gestión del rumbo municipal.

En el caso de Hidalgo, es una realidad que más de 40 municipios cuentan con una hacienda municipal mínima, lo que los convierte en rehenes de los recursos etiquetados, de los cuales no hay manera de echar mano para otros temas del municipio que son necesarios.

Pero es tiempo de insistir, como ya se ha hecho en otro momento. Deben los municipios poder conducir el destino y construir el futuro de sus municipios. Hacer valer la autonomía no por capricho, sino como deber constitucional y oportunidad de crecimiento y desarrollo.

Ya en alguna ocasión, en este mismo espacio hemos hablado de ellos como “Temas perdidos” (Criterio, agosto 20, 2020) son aquellos en los que hasta ahora, los municipios no han logrado meter las manos, a pesar de que, de hacerlo, les iría mucho mejor de lo que les va actualmente, considerando las oportunidades que podrían construir y las alianzas que con otros municipios, con el estado o la federación podrían construir, aun con algunas de las empresas que buscan lugares para llevar sus inversiones.

Esos temas, son ahora la oportunidad para los nuevos gobiernos municipales, pero para ello es indispensable que tomen las riendas de sus haciendas municipales y que verdaderamente hagan valer su autonomía y administración libre de la misma.

Si un municipio, del cual se asegura constitucionalmente, por ejemplo, en el artículo 138 de la constitución local, en su fracción primera, que: “administrarán libremente su Hacienda, la cual se formará de los rendimientos de los bienes que les pertenezcan, así como de las contribuciones y otros ingresos que la Legislatura establezca a su favor”, por supuesto que están en condiciones, vía planeación, ejercer los recursos de manera más libre de lo que hasta ahora lo han venido realizando.

Ello implica, que los procesos de planeación y construcción presupuestal, deben ser producto de una intensa y coordinada discusión en la que los ayuntamientos, deben estar presentes, no en una práctica de negociación y cabildeo, como sucede en la actualidad, sino como un proceso real de participación y colaboración con el Congreso para determinar el mejor destino de los recursos en el ámbito municipal.

Pero además de esto, en la misma constitución del estado se prevé que la hacienda de los municipios se construye con “las percepciones que establezca su Ley de Ingresos y demás disposiciones relativas, así como las que obtengan por concepto de participaciones de impuestos federales y estatales”, entre otros.

Imaginemos, por otro lado, que los municipios pueden llevar a cabo el ordenamiento ecológico del territorio, definir de manera libre cuál es el mejor destino del suelo en su jurisdicción. Determinar las áreas aptas para su crecimiento urbano, aquellas que pueden ser usadas para promover la conservación, la instalación de empresas, el desarrollo de actividades productivas de carácter primario.

Ese poder en manos de los gobiernos municipales les daría una capacidad increíble para, en función de su ubicación en la entidad, hacer promoción económica municipal, en busca de crecimiento económico, sin esperar a que alguien en el gobierno estatal considere que si hay oportunidades de inversión para ellos.

Romper con la mecánica estatal de promoción del crecimiento económico, en donde el gobierno estatal hace las consideraciones de promoción económica y orienta esta promoción hacia los municipios que considera más aptos para la instalación de nuevas inversiones.

Mecánica que, a la larga, ha construido un espacio de desigualdad y exclusión económica de aquellos que, al ser considerados lejanos, nos son parte de esas promociones económicas.

Cualquiera podría reconocer la usencia de al menos 60 municipios, por decir los menos, en esos proyectos de promoción económica. Mismos que deben, desde ahora, abordar el rumbo de su crecimiento económico y desarrollo social.

Escapar de la manera en que se conduce la política municipal, anclada a la política del gobierno local, es una buena oportunidad para quienes gobernarán los municipios. Pero hacerlo implica romper la forma en que el gobierno local se dirige y trata a los ayuntamientos.

Esa parte es la que reclama de los gobiernos municipales, tomar en sus manos el destino de sus municipios, no como un territorio aislado y ajeno a otros, pero siendo capaz de ordenar el territorio, planear el desarrollo, promover el crecimiento económico y, sostener de manera contundente, su autonomía frente a los demás poderes de la Unión.

En verdad que el panorama, no es alentador para quienes gobernarán los ayuntamientos hidalguenses, no, desde la perspectiva actual de conducción municipal. Deben ser capaces de enfrentar los retos, innovando los procesos de atención de cada uno de los problemas en su jurisdicción.

Yendo más allá de sus propias promesas de campaña, más allá de sus propias aspiraciones personales. Siendo, sobre todas las cosas, ejemplo de servicio, ejemplo de conducción, ejemplo de gobierno, ejemplo de transparencia y rendición de cuentas frente a sus gobernados.

 

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