Parte de nuestro país vive una profunda crisis de derechos humanos, desaparecidos y feminicidios, causada por diversos sociales, políticos y culturales, una realidad añeja que ha lastimado y vulnerado a muchos mexicanos. Afortunadamente, Hidalgo no ha sido parte de esta realidad. La mayoría de sus indicadores lo han mostrado así, como un estado seguro.

La semana pasada, en la reunión del Secretariado Ejecutivo del Consejo de Seguridad Pública, se informó que rubros como el homicidio doloso por rivalidad delincuencial o el feminicidio han ido sustancialmente a la baja.

Sin embargo, Hidalgo colinda con los estados más violentos del país y, a pesar de ellos, ostenta números incluso debajo de la media nacional, lo que fue reconocido por la presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), Nadine Gasman, hace unos días.

La funcionaria advirtió que Hidalgo se ubica entre las entidades con menos feminicidios y con tasas bajas de homicidios dolosos. Estos son datos reales, que usted puede verificar y que son de dominio público, no son suspicacias o percepciones personales.

No obstante, hay que decirlo, como en toda la República han existido eventos que han levantado el clamor popular. Apenas unas semanas fuimos testigos de movilizaciones de jóvenes universitarios cuyas inquietudes han hecho eco en la una sociedad, una sociedad participativa e incluyente, pero sobretodo preocupada por los acontecimientos recientes. Por ello han salido a las calles a reclamar justicia, misma que ha llegado. Un ejemplo de ello es el caso de Lorena, cuyos homicidas han sido detenidos y vinculados a proceso, y ahora enfrentarán un juicio.

Y mientras esto sucede hemos sido testigos de cómo personas, que con afanes ajenos a los de la justicia, se han montado a estas movilizaciones, todos cercanos a Gerardo Sosa, líder de Grupo Universidad.

En Criterio lo decimos claro, no puede haber acción más vil que tratar de sacar raja política de la tragedia que aqueja a quienes han sido vulnerados y lastimados en su núcleo familiar.

No es correcto simular empatía en un afán de solidaridad cuando su principal propósito es crear un halo de presunta inseguridad y pánico. No puede existir acción más arribista que el ocupar la voz de los jóvenes para incentivar un sentimiento de inseguridad e intimidación.

Un ejemplo de esto ha sido puesto por Elsa Ángeles, directora de Divulgación de la Ciencia en la UAEH, quien intenta sumarse a las actividades en defensa de los Derechos Humanos, cuando la única línea que sigue es la marcada por Gerardo Sosa.

Junto con un puñado de personas, quienes están en la nómina universitaria, buscan infiltrarse como activistas para tomar posesión de los mismos.

Otro caso es Francisco Rodrigo Navarrete Hernández, quien incluso fue expulsado de los colectivos de jóvenes por tratar de llevar sus aspiraciones personales al subir a la palestra de las víctimas.

Es por ello que hoy Criterio reafirma su compromiso por la Seguridad y por entregarle a usted información verificada y no dejará de hacer del conocimiento público estas acciones que hoy lesionan el Estado de Derecho con desinformación y con un actuar que agrede a la ciudadanía hidalguense.