El parque Hidalgo
 
Hace (40) meses
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El parque Hidalgo.- La columna de Juan Manuel Menes
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Rincón de nostálgicos recuerdos para todo pachuqueño, el parque Hidalgo, ubicado en el lugar que otrora ocuparan las extensas huertas del convento de San Francisco, ha sido desde hace más de siglo y medio centro de alegría infantil y paseo de enamorados adolescentes.

Su origen se remonta a 1861, cuando se expropiaron las instalaciones y anexos del convento de San Francisco, en cumplimiento a lo dispuesto por las Leyes de Reforma, y toda aquella extensión fue entregada un año más tarde al ayuntamiento de Pachuca, a efecto de que fueran destinadas al servicio de la comunidad. En este contexto, una porción fue ocupada por el panteón de San Rafael, que continuó como cementerio municipal, en tanto que una pequeña parte se destinó a construir un parque y paseo de la ciudad.

Sobre las obras realizadas en esta última porción, existe en el Archivo Histórico del Poder Judicial del Estado, un curioso documento, fechado el 4 de octubre de 1862, en el que consta el contrato celebrado entre José María de los Cobos, síndico del ayuntamiento de Pachuca, y el señor José Luis Revilla para construir en el mencionado lugar, un paseo al “estilo de la Alameda de la Ciudad de México”. En tal documento, se hacen constar detalles tales, como la forma y medida de los andadores, el número y arquitectura de las fuentes, el tipo de monumentos, la descripción de los jardines, etcétera.

Historia del Parque Hidalgo en León

Las obras para su construcción se iniciaron en 1863, pero no llegaron a concluirse en los términos del contrato, y el proyecto fue abandonado para reanudarse por allí de 1882 u 83, inaugurándose con el nombre de Parque Porfirio Díaz, el que, a decir de quienes le conocieron entonces, rivalizaba en hermosura con cualquier otro de la República.

Al ser derrocado el viejo dictador por la Revolución, la Asamblea municipal aprobó el cambio de su nombre por el de parque Hidalgo, lo que sucedió el 14 de junio de 1911, desde entonces se ha convertido en un verdadero emblema de la ciudad y no hay un solo pachuqueño que no guarde gratos recuerdos de este sitio.

Allá por los años 50 del siglo pasado, los andadores del parque eran aun terraplenes bien compactados, en los que muchos iniciamos el breve aprendizaje que nos convirtió en diestros manejadores de bicicletas, que alquiladas por un señor Homero (N), en un local que se ubicaba junto a la fuente de sodas –esta última atendida por una familia de apellido Rojo–.

Parque Hidalgo - Pachuca, Hidalgo (MX14101097013475)

Los primeros tanteos se hacían en los amplios andenes que de norte a sur y oriente a poniente se cruzaban frente al gran kiosco, donado, según se leía en una placa de bronce colocada en su plataforma, por la colonia Americana en 1920, a fin de sustituir al que, en 1904, según Teodomiro Manzano, colocó el ayuntamiento.

Gracias al empeño y constancia, el aprendizaje en el manejo de la bicicleta pronto rendía frutos, hasta permitir incursiones por los reducidos andadores que conducían a las fuentes y al cerrito e inclusive llegaba a emigrarse de manera subrepticia por algunas calles aledañas al parque, lo que constituía una verdadera temeridad.

Cómo no recordar los cientos de veces que tirados en la yerba de aquellos jardines platicamos sueños de incongruente puerilidad e imaginábamos nuestra vida futura llena de satisfacciones infantiles. Nadie imaginaba entonces que la fuente mayor hubiese sido, años atrás, espacio de breves recorridos en una pequeña lancha o que en el sitio donde se encontraba el cerrito hubo alguna vez un pequeño zoológico y que la fuente pequeña se engalanó con una garza similar a la que se encuentra en el edificio de Abasolo, de nuestra universidad, entonces Instituto Científico Literario Autónomo del Estado.

Fue allí, también, donde años después en plena adolescencia se fraguarían las primeras citas amorosas, sitio donde dos manos sudorosas por la emoción de la primera cita se juntaron para caminar bajo la copa de los árboles, que testigos del beso con el que se inició una romántica relación y ofrecieron su tronco para que los enamorados dejaran testimonio de sus juramentos en el dibujo de un corazón y sus nombres, inscripciones que aún se conservan en la impasible corteza de algunos árboles viejos del parque Hidalgo.

Parque Hidalgo. - Pachuca, Hidalgo (MX15290855271632)

Nostalgia de tiempos idos, en los que reinaba la algarabía con la llegada de la Feria de San Francisco, que cada 4 de octubre ocupaba aquel espacio con juegos mecánicos y decenas de puestos de comida, ropa y artesanías, así como aquellas loterías públicas con sus chuscos gritones o los ocurrentes anunciantes que invitaban al museo itinerante que exhibía a la mujer barbuda o al hombre de cuatro brazos.

Durante los últimos días de noviembre cada banca del parque se convertía en espacio para el repaso y en muchos casos también para el aprendizaje de lo no estudiado en el año escolar. Era frecuente ver a quien con gesto doctoral intentaba explicar un capítulo de la historia de Malett o aquel que repetía de memoria un tramo de los extensos apuntes de la clase del licenciado Rafael Vargas y hasta iniciar una conversación en francés, imitando los maestros de ese idioma.

En el parque Hidalgo laten miles de recuerdos para quienes aquí nacimos y crecimos, es uno de esos lugares que no se puede olvidar, pues su imagen se asocia imperceptiblemente con algo muy íntimo y trascendente de nuestras vidas, es sin duda una urna de historias y recuerdos. La fotografía que ilustra este artículo corresponde al parque Hidalgo en 1921.

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