A pesar que la pandemia derivó en una disminución sin precedentes a la movilidad global, el coronavirus no impidió que las personas fueran desplazadas o que los solicitantes de asilo y los migrantes intentaran viajes peligrosos para cruzar peligrosas fronteras.

En diversos gobiernos, el coronavirus endureció las políticas migratorias y agravó la situación de los derechos humanos de los solicitantes de asilo y los migrantes.

En México, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha recibido críticas por su inacción para proteger a la población migrante.

Incluso antes de que llegara el Covid-19, la política migratoria del entonces presidente Donald Trump, había creado una crisis humanitaria para los solicitantes de asilo que esperaban en el norte de México. Los refugios migratorios mexicanos se llenaron rápidamente y las condiciones de derechos humanos para los solicitantes de asilo empeoraron.

Ante la disminución de las actividades del narcotráfico, los cárteles de la droga se han enfocado en otros ingresos ilegales. Los grupos delictivos extorsionan y secuestran a más personas aumentando el peligro para los migrantes.

Por su parte, las organizaciones de ayuda humanitaria que proporcionan alimentos, ropa, apoyo legal y atención médica han enfrentado más dificultades para llevar a cabo sus actividades. El número de voluntarios y de donaciones disminuyó por la pandemia y se cuenta con poca información de las personas que han sido forzadas a desplazarse.

Los siguientes meses son claves para muchos de los migrantes que ven esperanzados en el gobierno de Joe Biden una mayor apertura migratoria. Sin embargo, la pandemia sigue presente, sin que ninguna autoridad se responsabilice de cuidar sus derechos humanos.

México encara este año las elecciones más grandes de su historia, lo que complica la situación para las autoridades: si ejercen demasiada presión, puede jugarle en contra en las urnas, pero si las relajan demasiado también.

Por ejemplo, no he escuchado a ninguno de los candidatos políticos electorales prometer responsabilizarse de vacunar a los miles de migrantes centroamericanos.

De igual forma, el 6 de junio se estrena en México la figura de diputado migrante. Los capitalinos elegirán un representante mexicano ubicado en el extranjero en las consideradas votaciones más grandes y complejas de la historia del país. Las mexicanas y mexicanos migrantes y residentes en el extranjero podrán contender por diputaciones de Representación Proporcional.

La diputación migrante sólo corresponderá a quienes voten en el extranjero, es decir, quien alcance el mayor número de votos. Once aspirantes buscan el voto de más de 12 mil capitalinos que viven fuera del país.

La figura migrante busca dar a los chilangos en el extranjero una oportunidad de ver representadas sus inquietudes, ya que por décadas los capitalinos que viven fuera del país fueron excluidos de la toma de decisiones. Ahora, podrán impulsar políticas en temas como retorno seguro, financieros, envío de remesas y derechos humanos, entre otros.

Sin embargo, la diputación migrante ya enfrenta críticas por el perfil de los candidatos actuales, por las pocas herramientas y por la ausencia de un diseño claro sobre cómo funcionará en el Congreso local.

Debido a la crisis migratoria de los centroamericanos que están en México buscando el sueño americano y al gran número de mexicanos en el extranjero que generan un flujo millonario de remesas, la situación migratoria debe ser un tema de mayor importancia en las campañas electorales rumbo a estos históricos comicios.