El agua, tema olvidado
 
Hace (64) meses
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Cuando el pozo se quede seco, estaremos preocupados por el agua. Pareciera que es la visión con la que se administra el agua en Hidalgo. Un organismo preocupado por los cortes que realiza a los ciudadanos y por poder negociar con los grandes deudores, empresas, instituciones, entre otros. A los que por cierto no llama morosos.

Se administra el agua. Ese es el pobre papel que juegan los organismos operadores del agua en el estado; el caso de la Comisión Estatal del Agua es aparte. Cabeza de sector y responsable de la promoción, elaboración y ejecución de políticas públicas de agua, se encuentra dispersa y simulando que hace algo bueno en favor del agua.

La desconexión del tema, de las políticas ambientales, al menos en el caso de Hidalgo, es un hecho que se vive de manera cotidiana. El tema del agua, es un tema que no se aborda, que se abandona y en el que priva el anhelo, el deseo de cobrar o cortar el servicio, argumentando que el derecho humano al agua no se hace prescribir, no se embarga al cerrar los grifos a las personas, toda vez que lo que se hace es cobrar por el sistema de distribución y no por el agua.

Es decir, no te llega agua, porque como no pagas por el sistema de distribución, por tu culpa no llega el agua; si tienes sed, toma del charco.

En verdad, ¿No se viola un derecho humano? ¿No se obliga a las personas a renunciar al acceso universal al agua? ¿Hemos discutido con toda seriedad el asunto? Parece que no. Sin embargo, sería deseable que se analizara el asunto de manera menos superflua y siempre en la búsqueda de garantizar el acceso permanente por parte de las personas.

En el caso del agua contaminada, eso que malamente llamamos aguas residuales, ¿aguas residuales? Deberían existir las aguas residuales, el que sea un término ampliamente difundido no lo hace necesariamente más adecuado y más justo. Hablemos, pues, de las aguas contaminadas. De ellas no tenemos con claridad el volumen que se genera en el estado, menos las características químicas que las componen para poder determinar la mejor forma de tratamiento y, una vez realizado este, el mejor destino y uso económica de las aguas tratadas.

No ordenamos, no gestionamos, no construimos políticas públicas de agua de manera consistente, de forma integral que construyamos certeza sobre el tema, sin sobresaltos, sin sorpresas y sin la incertidumbre de no saber qué hacer en determinadas circunstancias, como el cambio climático, por ejemplo.

Por otro lado, es de demandar de las empresas invitadas por el gobierno hidalguense el que puedan construir sistemas resilientes de uso y administración de agua, de tal manera que se centren en mecanismos de mitigación y adaptación. No basta el argumento de que no usan agua, por demás inadecuado, toda vez que toda empresa consume agua, para consumo humano y para sus procesos productivos aun cuando sea en menor escala.

Y un sistema resiliente de uso y administración es aquel en el que las mismas empresas reducen de manera cotidiana el consumo de agua limpia y optan por tratar y reusar el agua en sus procesos productivos, siempre que no representen riesgos para los consumidores.

No esperemos a ver el pozo seco. Ordenemos hidrológicamente el estado del agua, contamos con las herramientas suficientes y necesarias para hacerlo. Reorientemos nuestra visión y vayamos más allá de nuestra propia insuficiencia.

 

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