Entre los diversos fenómenos que se dejaron sentir a finales del siglo 20, causando el estupor mundial, quedó anotado el eclipse total de Sol.
El 11 de julio de 1991, a las 13:25 horas, más de 50 millones de mexicanos de diez estados de la República, incluido el de Hidalgo, presenciamos el eclipse total de Sol, fenómeno que los humanos presencian una o dos veces en un siglo en distintas regiones del mundo.
Hace 28 años no contábamos con la información ultrarrápida de la internet ni de las redes sociales, sólo la que proporcionaban la televisión y la radio.
En esa fecha experimentamos lo que pocos volveremos a sentir: miedo y frío; ansiedad y soledad; el silencio de los animales: los pájaros cesaron su vuelo y sus cantos; los perros y gatos buscaron refugio.
En las comunidades rurales, las aves de corral, los caballos, bueyes y vacas dormitaron brevemente.
La insólita fotografía muestra a la ciudad de Pachuca en penumbras al mediodía. Las luces del alumbrado público de los barrios altos y del centro de la ciudad se encendieron automáticamente. Miles de personas salieron a las calles o subieron a las azoteas de sus casas para comprobar el fenómeno. Era a la una de la tarde con 25 minutos. (Fotografías de Héctor Rico Alonso).
MEDIA NOCHE AL MEDODÍA
A las 13 horas con 20 minutos, el cielo se oscureció paulatinamente. Un manto negro se extendió cubriéndolo todo. Después que la Luna fue envolviendo lentamente la redondez del disco solar, coronándolo, un filo de luz se dibujó en el círculo del fuego eterno.
Segundos después de la casi oscuridad total, el haz solar fue despejando poco a poco la penumbra y bañó con intensa luz blanca, jamás vista, los ojos de millones de hombres, mujeres, niños de todas las edades y de todas las razas, de todas las creencias en países de diversos continentes.
UN DIA DE SIETE MINUTOS
El veloz fenómeno que duró escasos siete minutos correspondió a lo que sucede cotidianamente durante doce horas: la bóveda celeste se abre con los primeros rayos solares alrededor de las 6 de la mañana y comienza a cerrarse con el ocaso del Sol. El 11 de julio de 1991 ese ciclo se reprodujo en el firmamento durante 420 segundos
ORIGEN DE LOS ECLIPSES
Los eclipses solares, suceden cuando la Luna cubre casi perfectamente al Sol, un hecho que ha fascinado a los seres humanos desde las primeras civilizaciones. Algunos de los registros históricos más antiguos, escritos en tabletas de arcilla en Babilonia hace unos 2.500 años, muestran datos que revelan las observaciones de eclipses. Los astrónomos de la época interpretaron los acontecimientos como presagios de desastre, mientras que en el folklore se asumían los eclipses como la lucha por la supremacía entre el Sol y monstruos celestiales.
Si el Sol fuera apenas un poco más grande o la Luna estuviera un poco más lejos, los eclipses solares totales nunca podrían ocurrir. En este sentido, este fenómeno celestial que ha cambiado la historia de la Humanidad y nuestra perspectiva del Universo se erige como una coincidencia espectacular que no ha dejado indiferentes a los astrónomos por años.
Cada 18 meses, la Luna, el Sol y la Tierra están perfectamente alineados, así la Luna proyecta una sombra sobre la Tierra. Sólo una pequeña porción de nuestro planeta cae dentro del centro de esa sombra (el camino de la totalidad), mientras que en otros lugares se verá un eclipse solar parcial. Cada dos a cinco años, en promedio, los habitantes de la Tierra podrán disfrutar con un eclipse solar parcial en el que la Luna, el Sol y la Tierra no están exactamente alineados.
