¿Dónde están los independientes?
 
Hace (54) meses
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Poder conservador (INE) vs Alteza Serenísima (AMLO)
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El que la ley electoral reflejara la posibilidad de que cualquier mexicano pudiera aspirar a ser votado para un puesto de elección popular fue un gran triunfo de la democracia mexicana y de los propios ciudadanos, luego de que la política estuviera secuestrada por una partidocracia que acaparó todo y que ocasionó el descrédito de los políticos profesionales, donde destacaron más lo oportunistas, arribistas y los grupos de interés, pandillas, que se dedicaron –y muchos aún se dedican— a enriquecerse en lugar de servir al pueblo.

Sin embargo, las condiciones para que esto fuera posible han sido una excesiva carga para los aspirantes a dichas candidaturas ciudadanas, por lo que cada triunfo en el pasado era un logro titánico basado en un auténtico trabajo de puerta en puerta, de caminar calles y tocar puertas para ganarse el favor de los ciudadanos.

Pero la reciente victoria de Morena en la elección presidencial arrasó prácticamente con esas candidaturas y con la esperanza de muchos quienes creímos que los funcionaros surgidos de la ciudadanía y ajenos a los partidos habían llegado para quedarse. Mucho de ellos cayeron bajo el encanto y la promesa del apoyo partidista, que significa recursos, operadores profesionales, mayor posicionamiento y posibilidades de accesos a los puestos de poder.

Los demás fueron cayendo ante el avasallamiento del morenismo, gracias a un voto de castigo anti PRI que prefirió asegurar el triunfo lopezobradorista que seguir apoyando un logro democrático apenas naciente. Cierto que mucho de esto se debió a políticos oportunistas profesionales que ante el descobijo de sus partidos o de la posibilidad de saltar a otro, se aventuraron por candidaturas “independientes”.

Los que ganaron así, como El Bronco, terminaron por desprestigiar el esfuerzo y también aportaron sus toneladas de granos de arena para sepultar a las candidaturas ciudadanas; el esfuerzo y el logro de años pasados parece estar destinado al fracaso, a la falta de apoyo y por ende, a devolver a la política nacional a la partidocracia, tanto que ahora son una enjambre de organizaciones que buscan un membrete partidista para las próximas elecciones, con un afán de vivir del erario más que de servir a la sociedad.

¿Por qué digo esto? Porque la historia nos enseña que muchos de esos partidos serán flor de un día, pero en el camino se servirán de millonarios presupuestos y, cuando llegue el momento de su disolución, esos recursos se habrán desviado, perdido y desperdiciado sin remedio, mientras quienes sobrevivan, como el Verde, estarán destinados a ser satélites de los grandes partidos, y sin duda la mayoría de estos nuevos mini partidos querrán ser satélites de Morena.

Hoy los verdaderos auténticos ciudadanos, que no devienen de la política profesional y buscan una oportunidad, siguen sufriendo para cumplir con la durísima reglamentación en la materia, a sabiendas que los recursos que recibirán del erario serán irrisorios y que el tope de recursos que pueden recibir de simpatizantes y donantes también será infinitamente menor a la que los partidos tendrán.

Pedro Kumamoto fue un lucero en esa batalla de los candidatos ciudadanos, surgido auténticamente de la ciudadanía, joven, estudioso, con liderazgo, con ideas frescas, logró un éxito sin precedentes en Jalisco, pero cuando tuvo la posibilidad de acceder al senado, la ola morenista, que en esa entidad fue segundo lugar, cortó sus posibilidades de crecer en su trayectoria. De manera personal espero que retome sus aspiraciones político-ciudadanas y que inspire a muchos más a luchar por una democracia que se ciudadanice, porque, por ahora, parece que los candidatos ciudadanos no tendrán grandes posibilidades en las elecciones por venir.

 

DE LOS ESCRITOS DEL FILOSO FITO

En otras democracias, en otros países, en otras latitudes, es cosa común que el Presidente dialogue y debata con el congreso, a pesar de que éste esté compuesto por una mayoría opositora, porque precisamente el diálogo y el debate son parte de la democracia… pero no en México.

En México, gracias a los perredistas que ahora mayoritariamente anidan en Morena, ese diálogo, o al menos ese ejercicio de rendición de cuentas del Presidente al Congreso, terminó debido a la belicosidad y falta de civilidad.

Cuando ese grupo, que domina a Morena gracias al hoy presidente, es mayoría en el Congreso, esperábamos que esa práctica volvería y quizás se modernizaría impulsando el diálogo, pero no. Ahora, ensoberbecidos por su parcela de poder, y acobardados por lo que una pequeña y desarticulada mayoría pudiera hacer, volvieron a negarle a la vida democrática del país, esa posibilidad. Lamentable.

 

 

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