Distancia entre bocas
 
Hace (37) meses
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Para los amigos que me han cobijado el alma

1: A los 41 ser muy bueno en la cama es que no roncas ni descobijas, lo único deportivo que hay en mi vida es mi Mazda dos plazas y el ajedrez, si se considera deporte. Los 41 retiemblan “en sus centros la tierra”, caen como balde de agua helada porque detesto las supersticiones, nunca he tocado madera ni dado la espalda a los gatos negros, no creo en signos zodiacales desde que me topé con ella, nunca cruzo los dedos y en todas las mesas derramo la sal; no me atemoriza levantarme con el pie izquierdo, pero no quisiera morir con un bozal. Me gusta pensar que mi suerte sigue intacta, engañarme todos los días con que no me hace falta nada; es muy duro cumplir años, llegar a los no sé cuántos y acercarme al más allá, lo único bueno es que falta menos para llegar a mi cita en la segunda vida, y por ende ya no pretendo olvidar. Uno es un tonto cumpliendo años en solitario, por eso he decidido cumplir de par en par. Como diría Ángel González, “para vivir un año más, es necesario morirse muchas veces”. De los 42 mejor ni hablar…

2: El odio nace cuando te das cuenta que una casa donde debían sonar las risas, se ha quedado vacía, que el hombre que utilizaba la boca para decir poesía ahora saca espuma por los labios combinada de saliva. Lo que debía ser un cuento con final feliz, terminó en tragedia griega con violenta cicatriz.

3: Yo no busco olvidarla, lo que viví a su lado fue hermoso y cada día lo recuerdo con júbilo en el rostro, de hecho busco arrebatar al olvido y al pasado lo que me pertenece, el tiempo que me dedicó es mío y de nadie más, de nosotros dos si mi presencia le sirvió de algo, aprendo a vivir con sus recuerdos por la casa, hablo con ellos, les prendo el tabaco y tomamos café en silencio; se pierde un poco de cordura, nada que no esté dispuesto a perder, si ella me permite seguir imaginando su figura. Porque debes saber que yo no exijo perpetuidad, mi loca hermosa, no habría garantías para quedarse salvo tu última palabra, que durara un mes, dos años, siete vidas, depende del dolor con que se mira; la soledad después de ti es un precio justo, el dolor en el pecho después de tus abrazos, cierto que el amor llega para después marcharse, se requiere de tus labios el conjuro, y de mis manos la amalgama para no querer soltarte… ¿por qué si tardamos tanto en encontrarnos nos dejamos ir tan facilmente?

4: Cada uno sabe de qué pie cojea, hay amores que extraviamos, hay amores que están a unos pasos, amistades que mutan, y mucha mierda en las cabezas. Había olvidado que el amor que busco debe llegar sencillo, sin complicaciones, sin pruebas de fuego, ni navajas en el cuello, cuando ponen piedras en el camino, o una venda en los ojos, cuando los pretextos abundan y se torna negro el futuro, corre, que no te falten piernas. El amor es una cita a la que solo dos son invitados, se visten de etiqueta y es prioridad vital saber llegar a tiempo, caminando, sin retrasos, lo que dos destinos miraban a lo lejos, en objetivo cercano se convierte. Lo demás sobra a mis manos, lo de menos es que no estemos de acuerdo.

5: Transcribo un cuento que escribí hace tiempo, se intitula, “Distancia entre bocas”. Se rompió la saliva dentro de un suspiro, se alejaron las pestañas haciendo mofa de los gajes del oficio de aquel escritor… sus ojos no debían temblar; pero temblaron, además, se infectaron y dejaron caer como cera caliente dos signos de interrogación.
Se soltaron las bocas porque uno y otro lo deseaban, apenas, ella acercaba el sobaco y algo como un paso atrás la enjuiciaba; los párpados sostenidos por dos goterones no respondían; era el final, quizás el principio; de repente una palabra intentó salir de entre el paladar, la lengua, los dientes afilados, los labios con sabor a mocasines; pero la palabra fue tibia y no escuchada; se acercó, quizás se alejó ¿Cómo era posible que un beso salado supiera tan dulce? el tiempo corría medianamente sin cruzar esquinas; cada uno, de acuerdo a sus circunstancias, se odió y se penetró lentamente, quizás fuertemente, quedándose dispersos con un temor a cada lado.
Nunca más la sal volvería a fundirse; los acuciosos frotamientos serían olvido; las manos quedarían expuestas a otras manos y los labios se cristalizarían. Todo la tierra quedó pulverizada, inquieta ante tal suceso; todas las manos fueron jaque, quizás mate; pero un mate asesino de cualquier color, me atrevería a decir forma; las cenizas del cigarro fueron blancas; el eco de aquella habitación fue gris; se agrietaron los sentidos que seguramente eran más de cinco: las bocas olían, los dedos gritaban, el oído miraba como poco a poco las espaldas se encogían, quizás se expandían, y todo se camuflaba en un espesor líquido que babeaba sexo sobre la cama; derrumbadas las paredes por cada centímetro desperdiciado, los corazones debían latir de tal forma que el otro lo ignorara.
Todo fue fatal, quizás perfecto; el reloj no supo darse cuenta, cual sería su último movimiento; ella habló de igualdad con los trapos puestos, sin saber que él, había quedado completamente desnudo; sin embargo, era solo un instante de vida, quizás de muerte; desde entonces la luna comete un eclipse y copula sin mostrar la cara; el sol duerme de noche, tirándose de vez en cuando a una estrella despistada, que llueve orgasmos por haber sido descubierta…

6: Escriban sus comentarios, críticas y más críticas y nada de elogios a: [email protected] twitter: @Vidal_Evans

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