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Hace (32) meses
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Corrupción, ¿cuál?
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El domingo, al menos uno de cada diez hidalguenses acudió a las urnas a depositar su aprobación para que los expresidentes de México fueran juzgados, el resto, desperdició la valiosa oportunidad de participar en este ejercicio de democracia directa.

Tal vez no se enteraron que mediante este esquema de participación se hace de lado a personajes poco deseables en la vida política del estado y del país como son los senadores y los diputados.

Aquí la boleta en favor o en contra, al ser directo no está sujeto a negociaciones e intereses grupales o de partido, lo que nos ayuda justamente a simplificar nuestra intrincada vida nacional.

Seguramente ese diez por ciento que participó, bien recuerda que la administración de los presidentes de México, nunca fueron benévolas con las necesidades y problemas de los hidalguenses.

En los setentas, Ciudad Sahagún constituía un polo económico en la entidad, que salvaba con sus 40 mil empleos mucha de la pobreza que se acentuaba en la planicie hidalguense.

Las empresas Dina, Sidena y Concarril gestaron una nueva sociedad de trabajadores bien pagados y organizados en sindicatos, dando paso a espacios de vivienda digna y educación.

Carlos Salinas de Gortari con su novedosa Solidaridad arrancó su política neoliberal desmantelando de este emporio industrial. En 1989 fue privatizada DINA, Concarril en 1992 y se desincorpora del presupuesto público a SIDENA en 1991.

El finiquito de miles de trabajadores sirvió para pagar la mudanza y buscar nuevos empleos en otras entidades o bien, algunos regresaron a las actividades del campo.

La llegada de Ernesto Zedillo, fincó la esperanza de que autorizara la construcción de un aeropuerto internacional en la planicie del valle de San Javier entre Tizayuca y Pachuca.

El gobierno de Jesús Murillo y luego de Manuel Ángel Núñez Soto gastaron los indecible para promover el plan de negocios del puerto aéreo y todo se determinaba con una firma del primer mandatario la cual nunca llegó.

Las finanzas estatales se vieron condenadas al endeudamiento para comprar más de mil cien hectáreas, pagar hasta borregos y taxis a los campesinos despojados, entre muchos gastos más.

Esta práctica de Zedillo fue seguida muy de la mano por Vicente Fox, quien nunca aceptó la edificación del urgido puerto.

Gastado y cansado, agarró al estado de Hidalgo, Felipe Calderón, quien puso en leonina subasta la construcción de la refinería Bicentenario. De nueva cuenta el gobernador en turno Miguel Osorio endeudó al estado para lograr la compra de 700 hectáreas para la nueva refinería.

Concluyó su mandato, y tras el gasto de más de 20 mil millones de pesos, la obra quedó en una simple barda inútil.

Mientras que Peña Nieto, firmó ante notario su promesa de construir el anhelado aeropuerto internacional, el libramiento de Ixmiquilpan y la autopista a la huasteca y otra que conectara a Querétaro.

Para el colmo, acusan de corrupción al menos a tres exgobernadores integrantes de su gabinete.

Esto nos muestra que realmente Hidalgo no ha tenido un presidente amigo.

Nimiedades: Al menos un edificio de exclusiva zona ya es motivo de revisiones del SAT.

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