¿Recuerdan los días en los que te subías a un auto y tenían encendedor para cigarros y ceniceros? Quién no recuerda haber visto los vehículos deportivos de una marca de cigarros e incluso jugar a quien conocía cinco marcas de algo y una de las principales era saberse las de los cigarros o viajar en un avión en donde había ceniceros en cada lugar; tener que pedir una mesa en la sección de no fumar, aunque todo el restaurante o lugar oliera a cigarro o, peor aún, a puro. Se fumaba en cualquier espacio y se podían comprar cigarros donde fuera y no faltaban los papás que enviaban a sus hijos por la “cajetilla”.
El tabaco logró convertirse en toda una economía y los intereses detrás de su comercialización siempre han existido y si no, pregunten en países como Estados Unidos, en donde se destinaban grandes recursos para hacer lobbying político ante cualquier reforma a una ley. Ya ni hablar de los recursos que seguramente iniciaron campañas de diversos políticos en aquel país. El incentivo estaba alineado a que la población fumara y se enganchara con este vicio.
Conforme avanzó la ciencia y muy lamentablemente las enfermedades, se pudo constatar que el tabaco mata a la población, está comprobado que es el principal causante de cáncer pulmonar. La magnitud de la problemática generada por su consumo lo ha convertido en una amenaza a los sistemas de salud a nivel mundial por las enfermedades relacionadas con su consumo y lo altos costos que representa para los mismos.
Por lo anterior, muchos países se han volcado a poner un punto final a esta problemática y a proteger a las nuevas generaciones de su consumo, tal es el caso que relatamos hace algunas semanas de la política trazada por el gobierno de Nueva Zelanda para lograr que ninguna persona nacida después del primero de enero de 2009 tenga acceso al tabaco, lo que implica que los niños que actualmente tienen 13 años no podrán tener acceso a este producto que tanto daño hace a la salud.
Esta semana en nuestro país entró en vigor el decreto por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones del Reglamento de la Ley General para el Control del Tabaco. Y comenzaron a surgir voces en contra de dicha reforma, principalmente empresas que se dedican a la venta y comercialización de cigarros.
Las nuevas disposiciones plantean, entre otras cosas, la prohibición de toda forma de publicidad: ya no se podrán publicar anuncios ni nada en ningún lado ni si quiera en plataformas de redes sociales, cero patrocinios y lo que más le está doliendo a las empresas es que no podrán tener exhibidores en sus tiendas, ahora tendrán que poner una lista sin logotipos con los precios de los cigarros que ahí se vendan. Se acaba la difusión de eventos de responsabilidad social, no rifas ni programas de lealtad, no más publicidad exterior en tienditas, bardas e incluso en anaqueles.
Otro tema que se aborda en este nuevo decreto es la protección a la exposición al humo de tabaco y emisiones en donde se establecen lineamientos muy precisos de las áreas donde se podrá fumar y de las áreas 100 por ciento libres de tabaco.
Es inaudito escuchar que empresas como Walmart están queriendo ampararse a estas nuevas disposiciones, ¿En dónde está su responsabilidad social? ¿Puede más el dinero que la salud de la población? Todo aquel que se ampare en contra de estas medidas que son por el bien de la salud de la población está atentando contra la salud de las siguientes generaciones. No está en discusión si hace o no daño el tabaco, eso ya está demostrado. Así que, por el bien de nuestra población, esperemos que ningún juez le dé entrada a estos amparos y que las empresas mejor se dediquen a vender otros productos en lugar de tratar de defender lo indefendible.
Aunard de la Rocha
