De “mafiosillo” a aliado estratégico de AMLO
 
Hace (35) meses
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Carlos Loret de Mola
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Algo me quedó claro tras entrevistar a los candidatos de Morena y la Alianza PAN-PRI-PRD al gobierno de San Luis Potosí. El enemigo a vencer es Ricardo el Pollo Gallardo, heredero de la mafia política la Gallardía y candidato del Partido Verde y el PT al gobierno de ese estado.

Enemigo, no adversario. Así lo calificó la candidata de Morena, Mónica Rangel. Narco y corrupto. Así lo definió el candidato de la Alianza, Octavio Pedroza. Ambos coincidieron en que el triunfo de Gallardo sería entregar la plaza potosina al crimen organizado.

El Pollo Gallardo estuvo casi un año en la cárcel durante el sexenio pasado. ¿Por qué llegó ahí?

En enero de 2015, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, citó en sus oficinas a los dirigentes del PRD, Carlos Navarrete y Héctor Bautista. Cuando llegaron, el director del Cisen, Eugenio Ímaz, desplegó una cartulina gigante con la impresión de las redes de vínculos de Ricardo Gallardo, en ese momento presidente municipal de Soledad de Graciano Sánchez, San Luis Potosí, pero figura central del perredismo por su control caciquil sobre el estado y la enorme influencia que le daban su poder y su dinero.

Ímaz les explicó que los servicios de inteligencia del gobierno habían detectado desvíos multimillonarios desde las cuentas del ayuntamiento hacia un puñado de empresas de la familia Gallardo, utilizando como pantalla una clínica de servicios de salud. Un robo flagrante.

Ante la contundencia de lo expuesto, el PRD pidió al gobierno que le diera 24 horas para procesar internamente el escándalo que se desataría, y armar el deslinde perredista de quien era una de sus figuras centrales. Así sucedió, y luego vino la detención de Ricardo Gallardo.

El expediente formal en su contra fue por corrupción. La exhibición de la riqueza de los dos Ricardo Gallardo —papá e hijo han sido caciques en San Luis Potosí por años— no dejaba espacio a la duda. Pero siempre han existido sospechas de que los dominios y alianzas de La Gallardía —así les gusta llamarse— son mucho más peligrosas y oscuras.

Ricardo el Pollo Gallardo Cardona pasó once meses aprehendido. Estuvo en el penal de máxima seguridad de Hermosillo y luego lo llevaron a una cárcel más suave en Guanajuato. Quedó en libertad, cuentan los que saben, como fruto de un acuerdo político de la Gallardía con el PRI de Peña Nieto.

Alguna vez, Andrés Manuel López Obrador calificó a Ricardo Gallardo de “mafiosillo”. Hoy, ese “mafiosillo” le aporta diputados para alcanzar la mayoría en el Congreso: con el dinero y la campaña de el Pollo, se arrastra también el voto a favor de los candidatos del Partido Verde al Congreso federal, y ya se sabe que el Verde es aliado incondicional del presidente.

 

SACIAMORBOS

Ya todo mundo sabe que tiene mucha lana y que no le da miedo ostentarla. Pero que lo haga en tiempos de campaña es porque se sabe protegido y se sabe impune. La semana pasada, en el cotizado restaurante Nobu del centro comercial Arcos Bosques, Manuel Bartlett, despachándose una botella de Château Margaux, de esas que cuestan 40 mil pesos en restaurantes caros, y que suelen pedirse para cerrar los grandes negocios.

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