De gestión de residuos y otros fracasos
 
Hace (49) meses
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Poder conservador (INE) vs Alteza Serenísima (AMLO)
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Ya hace más de un año que la Secretaría de Medio Ambiente y recursos Naturales del estado de Hidalgo, ha señalado que el relleno sanitario del Huixmi, es una alternativa inviable para el confinamiento final de los residuos sólidos urbanos de la ciudad de Pachuca y otros municipios colindantes que también utilizan el vertedero.

Sin embargo, se acaba de anunciar la apertura de una celda emergente en el mismo tiradero, de tal manera que, a pesar de no ser viable, se seguirá usando un tiempo más. Esto no tendría mayor relevancia si no fuera por las declaraciones de la SemarnatH en torno a su inviabilidad.

Si el relleno sanitario del Huixmi no es viable, pero se sigue usando a pesar de los sucesos de cierre del mismo por parte de los ejidatarios, deberíamos preguntarnos sobre cuál es el motivo por el cual se apertura una segunda celda emergente.

Sin lugar a dudas que en el momento que se asegura que no es viable, se debe de contar, o al menos, sugerir, una nueva opción para la gestión de los residuos. En el caso de la zona metropolitana de Pachuca, se ha hablado mucho de un relleno sanitario, que anotación al margen, no es viable, no representa ya una verdadera solución a la gestión de los residuos de manera sostenible.

El problema no se centra solo en las decisiones de los gobiernos, se encuentra ligado a los instrumentos de política pública con que cuenta el país. Instrumentos que han dejado de ser respuesta, por si alguna vez lo fueron, y ahora no pueden armonizarse con los objetivos que se persiguen en el desarrollo nacional y/o local.

Se puede señalar que, aparte de los instrumentos, la forma en que se construye la política pública de gestión de residuos, orientada en la mayoría de las ciudades a concesionar el servicio de recolección, manejo y disposición final de los desechos a empresas privadas, mecanismo que ha dejado mucho que desear en la mayoría de los lugares.

Pero, además, la gestión en el país es a través de rellenos sanitarios, los que, por cierto, al no poder recibir el cien por ciento de los residuos dejan un amplio margen de acción para la recuperación de estos mediante los pequeños negocios de compra y venta de desechos industriales.

La simple existencia de estos lugares de comercialización de residuos, habla del fracaso de una política de gestión, toda vez que al concesionar el servicio a una empresa privada se le condiciona al manejo del total de residuos, compromiso que, por supuesto no se ve cumplido, frente al beneplácito de las autoridades ambientales de todos los niveles, bajo la máxima de que nadie puede manejar la totalidad de residuos que se producen en el país.

Pero regresemos al principal instrumento de gestión de residuos, la Norma Oficial Mexicana NOM-083-SEMARNAT-2003. Esta norma busca señalar las condiciones que deben reunir los sitios de disposición final de los residuos, de hecho, no existe otra norma que explique que son los residuos sólidos urbanos, como los clasificamos, como los gestionamos. Solo contamos con una norma de sitios y no una de residuos.

Es anómalo, toda vez que se cuenta con normas oficiales que determinan las características de los residuos tóxicos y peligrosos, así como de los residuos biológico-infecciosos, en las que, entre otras consideraciones, se establecen los mecanismos y condiciones para su recolección manejo y disposición, cosa que no sucede con los sólidos municipales.

Bajo estas condiciones, la construcción de políticas para la gestión de los residuos, se traduce en simulaciones y condicionantes centralistas, toda vez que los municipios deberán depositarlos si o si en rellenos sanitarios, pues los recursos se etiquetan con esa finalidad.

De eso debemos de hablar, no solo de que el relleno sanitario de Huixmi, ya no es viable. Hablar de la forma en que la autoridad ambiental, en los tres niveles de gobierno, no ha promovido la modificación de la gestión de residuos de tal manera que esta se alinee con los objetivos de sustentabilidad que tanto promueven y defienden.

Hacerlo, permitiría abrir el abanico de posibilidades en la gestión de los residuos, posibilidades que rebasarían con mucho las propuestas de incineración de estos en hornos de empresas cementeras. Sin lugar a dudas que abrir la discusión en torno a los residuos, permite enriquecer las posibles soluciones para un problema que afecta el ambiente, la sociedad y la salud de las personas.

Hablar, por ejemplo, de las plantas de transferencia, como un mecanismo de gestión y recuperación con fines de comercialización, daría a los ayuntamientos, una fuente de recursos para fortalecer sus haciendas municipales, sin embargo, esta opción ha sido constante mente rechazada por los ayuntamientos y, en su lugar, algunos como Tizayuca, han optado por aceptar propuestas de incineración.

Estas disparidades para tratar residuos y para referirse a las políticas públicas de gestión, nos llevan a entender que rellenos como el del Huixmi ya nos son viables, pero debemos de seguir usándolos porque no hemos construido opciones para dejarlos. Los usamos porque somos incapaces de construir mejores alternativas. Son nuestra mejor alternativa, porque reducir los desechos en una sociedad altamente consumista no es posible.

Al parecer las plantas de transferencia, el consumo responsable y la sustentabilidad en la gestión de los residuos no son temas de interés para las empresas beneficiarias de la concesión absurda del manejo de desechos.

Desde esta perspectiva, los residuos seguirán siendo la basura de las políticas públicas de medio ambiente.

 

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