De elecciones y pobreza
 
Hace (39) meses
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Hace algunos años, cuando se elegiría a uno de los gobernadores del estado, manifesté que la pobreza era el gran elector. Lo hacía basado en los altos índices de marginación y pobreza extrema que se registraban en el estado, en la forma en que los pequeños regalos promocionales y el otorgamiento de despensas permitían que la voluntad de la gente fuera manipulada y engañada.

Entonces, como hoy, todo mundo hablará que la voluntad de la gente no se puede manipular o que la manipularon los gobiernos neoliberales, como si en verdad estuviéramos en un régimen totalmente diferente a los neoliberales. Se apurarán los que siempre saben, a decir que el actual es más humano, más transparente y encaminado a transformar la realidad del país.

Sin embargo, hablamos de elecciones en el 2021, elecciones en las que las posturas son claras y definidas, por un lado, los que aseguran que la transformación del país es una realidad y que hoy por hoy, la justicia y la lucha contra la corrupción son lo más fundamental para el país, como si la pobreza y la injusticia social fuera una consecuencia de la corrupción, postura infantil y sobrevalorada.

La pobreza es un resultado natural del sistema económico en el que vivimos, un sistema que se centra en la exclusión, la discriminación de aquellos que solo tienen su fuerza de trabajo para vender en las relaciones económicas que cotidianamente se construyen en la sociedad. De hecho, la corrupción es otro elemento natural del sistema económico, por lo que, la lucha contra la corrupción debería iniciar con el derrocamiento, no de los gobiernos, sino de los sistemas económicos.

La destrucción, la devastación y la contaminación ambiental también son elementos naturales del sistema económico en el que vivimos. La producción y el consumismo se basan en ello: la destrucción.

Por otro lado, la postura de quienes buscan destruir el totalitarismo: evitar que la destrucción de lo que se ha ganado en las últimas décadas destruya las instituciones del país, pero que, en el fondo, expresan sus posturas a través de la descalificación, de la misma manera que son descalificados.

Bien, en aquel tiempo, señalaba que la pobreza era el gran elector y que la manipulación y el engaño ha permitido que las cosas sigan sin cambiar en el país. Sí, inadecuado es mantener una visión de que todo cambia en medio del desastre y de las mañas decisiones adoptadas en el gobierno.

Una de ellas es mantener las condiciones ambientales de la región de Tula, a pesar de haber reconocido que las condiciones de la región son de desastre y demandan acciones inmediatas que las detengan y las reviertan, sí, ya sé, es la destrucción de décadas y décadas de abandono, pero pues esa parte ya la conocían cuando decidieron tomar las riendas de la nación.

Tenemos elecciones en el 2021, elecciones que han sido calificadas por la propia autoridad electoral, como las elecciones más importantes. ¿Pero quién elegirá esta ocasión? ¿Será verdaderamente el pueblo, o este solo será el emisor del voto reclamado por quienes se aseguran de proclamarse como los claros e impolutos, como las más adecuados para conducir al país?

La pobreza, esa terca y necia realidad que se enseñorea en los rincones de la patria y que llena los discursos de cada uno de los aspirantes a diputaciones federales o a otros cargos de elección popular. La pobreza, ese enemigo bestial que tiene que desaparecer como resultado de las grandes decisiones de quienes tomarán las riendas de los poderes de la unión o de los poderes locales.

Esa misma que una y otra vez se muestra impávida ante los discursos y las promesas de los políticos multicolores del presente.

¿Quién elige verdaderamente en un estado en el cual, solo en el discurso de sus gobernantes no existe la pobreza? ¿Quién? ¿El que logra más “empatía” con los pobres y los miserables? ¿Aquel que asegura que su compromiso es con los pobres?

En las elecciones del 2021, no deberá tratarse de primero los pobres, deberá tratarse de primero la eliminación real y definitiva de la pobreza y la miseria. En el 2021 no se tratará de quién puede administrar nuestra miseria, sino de quien puede construir mejores oportunidades para el crecimiento económico en las regiones que, hasta ahora, no destacan en la promoción de esas inversiones que se trajeron para promover el empleo.

Las acciones de los unos y de los otros muestran que sus decisiones se dan en función del interés de las empresas que aseguran viene a traer progreso a la gente y no en favor de la gente a la que dicen servir.

Y en las elecciones esto no cambiará, se buscará el poder en función de los intereses de grupo y no de las personas que se pretende representar. Y la pobreza, esa realidad que viven miles y miles de personas, será el elemento central de un discurso vacío y manipulador que, en las últimas elecciones del país, ha campeado sin pudor las plataformas electorales.

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