Por años Hidalgo ha sido visto como una entidad estancada, sin progreso y con marginación, pero con mucho priísmo. Hace unas semanas platicaba con algunos colegas de otros estados y la visión que tienen de la entidad es de un estado gris. Hidalgo, ¿qué hay en Hidalgo?, me preguntaban mientras trataban de contestar: “Pastes, los Tuzos del Pachuca”, y alguien, de bote pronto, dijo: “Real del Monte y Osorio Chong”.

Y si me preguntará alguien a mí, también dudaría. Qué hay en Hidalgo, sé que la riqueza es vasta, pero de la entidad son pocas las cosas que se pueden presumir, es por eso que la tarea que tiene el nuevo gobierno es complicada.

Hidalgo merece un nuevo rostro: ciudades modernas, pueblos próspera, trabajos bien remunerados, educación de calidad, servicios de primer nivel y entretenimiento.

Pero cómo hacerlo es un enigma. Hace mucho tiempo que a la entidad no llega una empresa de nivel mundial y nuestros parques industriales están semivacíos y pocos son funcionales.

La pobreza se incrementa cada año y la única acción de nuestros gobiernos es entregar despensas y regalar uniformes escolares. Y para acabarla de amolar los empresarios locales no se sienten seguros en una entidad que presume ser de las más seguras.

Ojalá que en algunos años no se responda la pregunta de qué hay en Hidalgo con la respuesta: “hay inseguridad, hay crimen organizado, hay violencia”.

Hemos visto en Pachuca y en otros municipios cómo la seguridad es algo que se va alejando de la entidad.