Independientemente de todas las causas que puedan aducirse, la creación del Estado de Hidalgo el 16 de enero de 1869, se debió sin lugar a dudas a la voluntad política del Presidente Juárez, que vio en la división del extenso Estado de México, un remedio a la creciente inseguridad e ingobernabilidad que se vivía entonces en todo el país, pero fundamentalmente en la región central.

En efecto, una rápida mirada a la situación prevaleciente en los años posteriores a la consumación de la Independencia, producida por las constantes luchas entre liberales y conservadores, permite observar las enormes penurias y quebrantos vividos por la nación, de los que se derivaron invasiones extranjeras que trajeron como consecuencia la pérdida de más de la mitad de su territorio y hasta la importación de un príncipe extranjero, ello permite apreciar con mayor claridad la situación imperante en aquel “México Bronco” inestable política y económicamente.

Tal situación se acentuó en las regiones del altiplano entre 1849 y 1869, como lo comprueban los estudios realizados por la investigadora Leticia Reyna, quien registra 14 conflictos relevantes acaecidos dentro del territorio del hoy Estado de Hidalgo, que abarcan desde problemas de límites o controversias por distribución de agua, como en el caso de Ocotepec en Apan, hasta rebeliones campesinas como la de Manuel Domínguez, sublevado en Pachuca, conocido como “El Bandido Comunista”, sin olvidar la que fue calificada por el gobierno como “Guerra de Castas”, comandada por Ramón García Ugarte, en Huichapan, Tecozautla y Alfajayucan, finalmente se encuentran incontables movimientos suscitados en distintos puntos de esta zona del país, en los que se mezcla imperceptiblemente, el abanderamiento de causas agrarias justas con el simple bandolerismo, como puede deducirse en los casos de  Paulino Noriega, Andrés Reyes, Sotero Lozano y los hermanos Enrique y Pedro Fabregat.

Este clima de inseguridad, se hizo sentir con mayor intensidad, primero entre 1857 y 1861, periodo que corresponde a la aplicación de las Leyes de Reforma, que afectaron las grandes propiedades de la Iglesia, aunque la medida resultó también implacable contra pueblos y comunidades en relación con la posesión tierras comunales, clima que volvió a sentirse entre 1867 y 1870, que pertenece a la  Restauración de República, ya que el lapso de 1861 a 1867, pertenece a la intervención Francesa y al Segundo Imperio, en el que tirios y troyanos, se unieron para combatir al invasor y rechazar al gobierno de Maximiliano de Habsburgo.

Este contexto histórico permite entender, porqué los intentos de creación de la nueva entidad se iniciaron desde el 13 de noviembre de 1861, fecha en la que los Diputados  de la región norteña del Estado de México: Alejandro Garrido, Justino Fernández y José Luis Revilla, solicitaron a nombre de los distritos de Tula, Tulancingo, Huejutla, Teotihuacan y Texcoco, la creación de una nueva entidad federativa, que llevaría el nombre del Padre de la Patria, pero aquellas gestiones tuvieron que ser suspendidas debido a la inminente invasión del ejército Francés. Es conveniente precisar, que uno de los argumentos de mayor peso esgrimido por los legisladores de 1861, fue precisamente el creciente clima de inseguridad y la indolencia con la que este flagelo era enfrentado por las autoridades del Estado de México.

Es en este tenor, que para organizar el combate contra conservadores e invasores europeos a los que se unieron rebeldes, se buscó una adecuada estrategia de defensa de la nación, fundamentalmente de los lugares cercanos a la capital, por ello el Presidente Juárez decretó el 7 de junio de 1862 la división del Estado de México en tres distritos militares, el segundo formado por los actuales territorios que integran al Estado de Hidalgo, para el que designó como capital  a la ciudad de Actopan, trasladada meses después a la ciudad de Pachuca.

Cuando a mediados de 1867, el Lic. Benito Juárez entra triunfante en la capital de la República, tras derrotar a franceses y conservadores, se revive nuevamente el clima de malestar, aunque ahora con mayor intensidad que el sufrido hasta  antes de 1862. Los periódicos de la época, aluden de manera recurrente, a la situación que vivían diversas comunidades del Estado de México –principalmente las de la región norteña que corresponden al hoy Estado de Hidalgo– en las que el asalto en los caminos y los saqueos a haciendas y comunidades era  “…cosa de todos los días”, inclusive poco antes de la creación del Estado, entre septiembre de 1868 y enero de 1869, la situación se agravó con diversos y sonados plagios y saqueos a diversas haciendas.

La situación prevaleciente, fue determínate para buscar la división definitiva de la enrome entidad mexiquense, que bajo la experiencia de los Distritos Militares, logró con éxito combatir tanto a extranjeros como a gavilleros, supuesto bajo el que el Presidente Juárez impulsó la creación de la nueva entidad que con el nombre del “Padre de la Patria” fue erigida por decreto aprobado en el Congreso de la Unión el 15 enero de 1869, que entro en vigencia un día después, hace 151 años.

La imagen ilustra la segregación de diversos territorios al Estado de México; en 1824 el Distrito Federal y el Estado de Querétaro en el mismo 1824, los Guerrero en 1848 y finalmente los de Hidalgo y Morelos en 1869.