En España se filtró el contenido de una carta que el presidente Andrés Manuel López Obrador le envió al rey Felipe VI en la cual le solicita que, como jefe del Estado español, pida perdón a los pueblos originarios de México por los agravios y abusos que sufrieron durante los 300 años que duró la Nueva España “y a partir de eso, buscar hermanarnos en la reconciliación histórica”.

Ayer explicó que, a casi 500 años de que se cumpla la caída de Tenochtitlán y a casi 200 de la consumación de la Independencia, es muy importante que todos sepan lo que sucedió hace medio milenio para determinar “si es necesario pedir perdón y comenzar una etapa nueva de reconciliación, de hermandad (…) no en el afán de la confrontación, del encono, sino buscando que todo esto que se mantiene como corrientes subterráneas –porque  existe– salga a la superficie, se ventile; que todos podamos pedir perdón y reconciliarnos”.

Añadió que también le envió una carta al papa Francisco donde le pide que la Iglesia católica pida perdón por los abusos que cometió, incluidas las excomuniones de Hidalgo, Morelos y muchos otros sacerdotes que participaron en la lucha de Independencia.

Como era de esperarse, sus detractores aprovecharon la ocasión para burlarse de él.

A nadie debe sorprenderle que Andrés Manuel haya enviado esas misivas. Después de todo, es un populista nacionalista, como lo son Trump con su America First, los brexisters británicos con su Vote leave, take control, o el brasileño Bolsonaro con su Brasil acima du todo.

Y, en México, defender una patria que no existía antes de 1821, idealizar a pueblos originarios que no eran mexicanos y condenar al fuego eterno a los conquistadores españoles ha sido un recurso utilizado por los gobernantes, sean neoliberales o populistas, para declarar públicamente su nacionalismo.

Curiosamente, quienes denigran a los conquistadores tienden a olvidar que Cortés no actuó solo: junto a sus soldados, combatieron los de sus aliados totonacas, tlaxcaltecas, cholultecas, xochimilcas, otomíes, huejotzingos, chinantecos y chalqueños, que detestaban a los aztecas imperialistas.

Es innegable que la llegada de los españoles costó miles de vidas y nadie sabe a ciencia cierta cuántos murieron durante y después de la Conquista.

De acuerdo con datos en remilitari.com, la violencia del conquistador y las plagas de viruela y otras enfermedades causaron, entre 1519 y 1632, la muerte de 24 millones 300 mil indios, de una población que en 1519 era de unos 25 millones. Estos números son aproximaciones, pero es un hecho que la población original del actual territorio nacional se redujo dramáticamente a partir de 1519. El valor de los recursos naturales que fueron explotados por los españoles durante los 300 años es incalculable.

La pobreza en que viven millones se remonta al Virreinato y los que desde 1821 han gobernado al país no pudieron o no quisieron resolver el problema.

Para muchos, lo que desea AMLO es un absurdo; sin embargo, no lo es para millones de mexicanos que ven a los españoles, junto con los estadounidenses, como sus enemigos ancestrales.

Pese a las críticas en su contra, su postura lo fortalecerá más entre sus seguidores y, en una de esas, incluso logre una real reconciliación entre México y España.