Como jarritos
 
Hace (51) meses
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El suicidio de estudiantes del ITAM pretextando que la carga académica les provocaba estrés, a tal grado que los orilló a tomar una salida fácil, puso en evidencia el sistema educativo, sobre todo en instituciones de excelencia.

Les llaman la generación cristal, no se sabe si es una especie de bullying o que les quieren aplicar carrilla estudiantil, o es cierto que los estudiantes de hoy son frágiles emocionalmente.

Y es que ahora estos jóvenes, dispuestos a salir a las calles para exigir un mejor trato de sus profesores, son débiles ante el planteamiento de exigencias que en nada se parecen a lo que van a enfrentar en la vida real. De hecho, en estas escuelas esa es la misión, acercarlos precisamente a escenarios similares a los que están en el mercado laboral, justamente para que estén preparados para la feroz competencia.

Y mientras eso ocurre en las universidades privadas, donde la generación cristal evidencia su falta de huevos ante las presiones, en Hidalgo también se cuecen habas, pero en otro escenario, porque resulta que en el Congreso del estado hay también una crisis y los legisladores “cristal” no están preparados para enfrentar presiones, no aguantan las confrontaciones a que los someten los diferentes grupos antagónicos y ceden a la menor provocación o al mejor postor, en el mejor de los casos.

De acuerdo con la ONU, la generación cristal son aquellos que se rompen con cualquier golpe y son débiles emocionalmente y requieren de terapia para enfrentar la vida.

Y ante el comportamiento reciente de los legisladores cristal, todo parece indicar que sus reacciones se acercan a la descripción de la ONU.

Poco tolerantes a la presión, los diputados prefieren posponer las discusiones cruciales antes que imponerse a los grupos discordantes y anteponer el bien de las mayorías.

Así las cosas, esta legislatura cambiante en sus posiciones, débil ante los reclamos y las amenazas, poco a poco está dejando ver que son como cristales, aunque más bien parecen jarritos de Tlaquepaque, corrientes y sentidos.

Lo curioso es su inseguridad, llega a tal grado, que no se sabe si es porque no conocen los temas a tratar, porque su capacidad parlamentaria es limitada o de plano por su debilidad emocional, que tomaron la determinación de que sus sesiones en comisiones para tratar el tema del presupuesto serían a puertas cerradas y los principales expulsados fueron los comunicadores.

Así la desfachatez de los legisladores.

¿Qué esconden, que iban a tratar tan, pero tan secreto que no habría acceso de los reporteros?

Tal parece que la descalificación y la censura que reina en el gobierno federal ya permeó al Congreso de Hidalgo.

Parecemos sus enemigos.

De nada sirvió que acudieran representantes de los medios de comunicación para entrevistarse con los diputados, quienes de dientes pa’ afuera, los recibieron amablemente, pero de resoluciones nada y luego se las aplicaron de regreso y les negaron la entrada a las sesiones.

¿Pos’ no que tan cuates?

Total, que estos diputados cristalitos tampoco pueden soportar la frustración de ser señalados por sus actuaciones en los medios o las redes sociales y para ello recurren hasta “acuerdos” para impedir la quemadota.

Cristalitos o no, es momento que los diputados entienda que son solo representantes de la sociedad y que por esa simple razón deben ser transparentes.

Ya basta de berrinchitos.

O ¿quieren hasta sesiones de terapia psicológica, no se vayan a estresar y hasta querer cortarse las venas con un bolillo?

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