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Hace (31) meses
Tercera ola de covid, ¿tercer fracaso de la estrategia?
Salvador García Soto
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El tercer pico histórico de Covid-19 en México es ya, con mucho, el más alto que hayamos tenido desde que comenzó la pandemia en el país en enero de 2020. Al igual que en las dos olas anteriores, los mexicanos hemos ido viendo, entre el asombro de unos y la incredulidad de otros, cómo se repiten escenas y situaciones que ya habíamos vivido: incremento vertiginoso de contagios, aumento de hospitalizaciones con saturación en instalaciones públicas, carencia de medicamentos para los pacientes e insumos para el personal médico y, lo más doloroso y penoso para muchas familias: el repunte de muertes por la enfermedad que provoca este virus.

Entre estas tres olas o embates del SARS-CoV-2 ha habido cosas que se repiten y otras que cambian. Se repite, por ejemplo, la misma estrategia fallida y vacilante del gobierno federal y la Secretaría de Salud, que bajo el ya muy cuestionado mando del doctor Hugo López-Gatell, vuelve a cometer los mismos errores que ya han causado la muerte de 248 mil mexicanos en la cifra oficial y casi 500 mil en los cálculos independientes: no realizar pruebas masivas, desestimar la gravedad de la situación, invocar una supuesta “falta de evidencias científicas” para no tomar decisiones drásticas y, sobre todo, volver a poner en riesgo a millones de mexicanos ante la falta de directrices nacionales claras, obligatorias y contundentes que vuelven a provocar desorden.

Hace un par de semanas, mientras el CDC o Centro de Control de Enfermedades de EU alertaba de la enorme contagiabilidad de la variante “Delta”, al grado de compararla con la viruela y pedir a los gobiernos que modificaran sus estrategias, el subsecretario Gatell aseguraba que “no había evidencias científicas” de que esta variante fuera “más contagiosa o agresiva”, mientras que el presidente López Obrador —que sigue escuchando y creyendo ciegamente en su desgastado y cuestionado encargado de la pandemia— decía públicamente “que la tercera ola no es tan grave como las otras”.

Ambos, el mandatario y su epidemiólogo favorito descartaban vacunar a los niños mexicanos, el primero porque decía que comprar vacunas para niños “sería consumismo” y el segundo porque insistía en que inocular a los menores “no tenía utilidad científica”. Gatell insistía en que los casos en menores eran “de baja incidencia” y hasta minimizaba, con criterios estadísticos, la muerte de 653 niños por Covid, en tanto que López Obrador decía el viernes pasado en su conferencia desde el Palacio Nacional: “Ojalá y nunca pase, ‘toco madera’, pero si fallecieran los niños por Covid, no… se ‘alebrestarían’ los opositores”, en un comentario que no dejó claro si al Presidente le preocupaba la muerte de los niños o le preocupaba más lo que dijeran sus críticos y opositores.

El gobierno federal insiste en que el 30 de agosto habrá un regreso a clases presenciales en las escuelas públicas y privadas, que aunque no será obligatorio, pondrá a los padres de familia y a los mismos niños en un grave dilema sobre si acudir o no al salón de clases o continuar en el esquema de clases virtuales.

Así que en México no sólo estamos ante la tercera ola, también estamos viendo cómo nuestros niños y menores son las nuevas víctimas del virus, contagiándose cada vez más con la variante Delta y que ellos se convierten también en un grupo de contagio que, inevitablemente, hará de las escuelas públicas y privadas el nuevo foco de transmisión y crecimiento de la pandemia en un país en el que seguimos sin ver la luz al final del túnel en esta pandemia… Los dados mandan Serpiente. Mal empieza la semana.

 

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