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Hace (20) meses
¿Qué parte no entienden? Estamos en guerras narcas
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Una y otra vez, desde hace años, vuelven a lo mismo: que los militares se regresen a los cuarteles.  

Que los soldados no anden en las calles.  

Que no combatan a los criminales, porque son muy letales y están entrenados para matar. No, ¿de veras? La nota aquí y en cualquier lugar del mundo sería que los delincuentes tuvieran más poder y capacidad de fuego, lo cual resultaría vergonzoso.

Criminal, en el país que sea, que desafía a las Fuerzas Armadas, esas mismas que velan por el Estado, por cualquier Estado, ya sabe a lo que se atiene. Y lo mismo con la Marina. Y así debe ser también con la Guardia Nacional.

O, ¿qué quieren que hagan? ¿Que nuestros militares reciban plomo calibre .50 y se queden ahí paraditos, como soldados de plomo, aguardando el tiro al blanco de feria?

Me parece que todos los mexicanos quisiéramos que el país tuviera 32 policías estatales ejemplares, numerosas, perfectamente preparadas, capacitadas, atléticas, muy equipadas, muy letradas, universitarias, con súper salarios y las mejores prestaciones existentes, con divisiones especiales entrenadísimas para combatir los crímenes que más laceran a la sociedad, como el secuestro, la extorsión, el feminicidio, la trata de personas con fines de explotación sexual, el robo en transporte público, todo lo que más nos inquieta.

Perfecto. Y para conseguirlo, está muy bien empujar desde la sociedad civil: hay que seguir exigiéndoles a los gobernadores que lo hagan, porque llevan décadas sin hacer nada, absolutamente nada, salvo dos que tres excepciones.

La idea idílica era que la Guardia Nacional, con entrenamiento militar y luego policial, y bajo mando absolutamente civil, apoyara con decenas de miles de efectivos los trabajos de esas 32 policías de ensueño. Fantástico, pero hoy, eso no existe. Mañana, en el medio plazo, desgraciadamente tampoco, porque ni el gobierno federal ni los gobiernos estatales se han abocado a ello, a concebir, establecer y desarrollar esos cuerpos de seguridad interior.

Y ante esa realidad, con la mayoría de las policías municipales sometidas por el crimen organizado y algunas estatales también; con fiscalías que tienen un bajísimo nivel de eficiencia en la procuración de justicia; cuando los militares son última línea de contención del Estado mexicano (o de contención tardía y a medias, como recién vimos en Guanajuato, Jalisco y Chihuahua), y ante la creciente locura y la insaciable codicia de los capos, ¿qué es lo que escuchamos hoy en redes sociales y en buena parte de la comentocracia? Un solo coro: “¡No a la militarización!”.

Militarización. ¿Qué entienden por militarización? ¿Dónde aprendieron el término? Antes pensábamos que se trataba de un régimen donde no había libertades porque la sociedad estaba bajo yugo militar, como en España (en tiempos de Franco durante los años 60 y 70), Chile, Argentina, Uruguay, Brasil o México en esos mismos tiempos, pero hoy no veo que algún militar me censure o me encarcele cuando le digo al presidente mentiroso (porque ha mentido muchas veces) o misógino y macho (por apoyar a un presunto violador guerrerense) o que es un inepto (como él y su gabinete han demostrado en tantos temas).

Quienes hoy exigen que no haya militares en las calles (Ejército, Marina y buena parte de la Guardia Nacional) hablan como si viviéramos en Costa Rica, en Uruguay, en España o en Finlandia. Vivimos en un país azotado por guerras narcas, por guerras regionales, donde los combatientes guerrean sin reglas ni misericordia y donde las poblaciones están a su merced, como quedó de manifiesto en las últimas horas en varias ciudades de algunos estados, donde los sicarios quemaron coches, negocios, mataron civiles y sembraron terror.

Así que anden, dejen sus tertulias y sus redes y vayan con la gente de Irapuato, de Ciudad Juárez, de Zacatecas, de Michoacán, de Guerrero (ustedes escojan el municipio o el estado donde haya residentes aterrados o desplazados, angustiados); vayan a notificarles que ya tendrán a las Fuerzas Armadas cerca… porque es políticamente correcto esgrimir: “¡No a la militarización!”.

Ahí me cuentan lo que les dijeron allá, en la realidad…   

 

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