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Hace (47) meses
Por el bien de todos… ¡pónganse de acuerdo!
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El dato es aterrador: más de 10 millones de nuevos pobres extremos y hambrientos. Y eso que la cifra brutal no proviene de los machuchones que han sangrado al país; ni de los conservadores disfrazados de ONG; ni de los periodistas corruptos enemigos de la 4T que según el propio gobierno ya son la inmensa mayoría. Esta advertencia de lo inmediato es del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) que con todo y lo descafeinado que lo dejaron presenta un diagnóstico implacable: la crisis acelerada por el coronavirus está generando que 10 millones 700 mil mexicanos pasen de una situación de pobreza —carencia de satisfactores básicos— al nivel de pobreza extrema, o sea, ingresos insuficientes para una canasta básica alimentaria, lo que en cristiano se llama hambre; además, se estima que otros 4 o 5 millones desciendan de la clase media a la pobreza, sobre todo mujeres y hombres trabajadores formales e informales que serán desempleados por el cierre de millones de micro, pequeñas y medianas empresas que carecen de apoyos en políticas públicas.

Y no es el único cuadro de terror. La revista Proceso —todavía con vínculos en la presidencia— nos presenta un artículo de escalofrío: “La mayor recesión en 88 años”. Explica que la actual situación ilustrada con la caída -7.16 por ciento del PIB, estaría generando una crisis todavía más cruel y dolorosa que la del 95 cuando el tristemente célebre “error de diciembre” o la de 2009, por la revoltura financiera internacional. Lo cual ya está generando que, sumando estos 14 millones de nuevos pobres y extremos, la cifra de la pobreza crecerá de 48.8 (dato oficial de 2018) a 60 por ciento en el bienio 2020-2021. Si lo extrapolamos a los 130 millones de habitantes que ahora somos, significaría prácticamente que en pocos meses uno de cada dos mexicanos será pobre, o 5 de cada 10 o 50 de cada 100. Simplemente vergonzoso. Por ello el diagnóstico es condenatorio. Con todas sus letras, en Proceso se lee que: “…este año…México sufrirá la peor recesión en casi un siglo, con millones de mexicanos cayendo en pobreza y pobreza extrema… los indicadores sociales retrocederán más de dos décadas y este gobierno podría pasar a la historia como el de peor desempeño económico en más de un siglo”.

Lo malo es que López Obrador ya no puede culpar a los gobiernos neoliberales del PAN y el PRI. Y es que, aunque usted no lo crea, en sus antecedentes el propio Coneval reconoce que durante la década de 2008 a 2018, entre 9.3 y 12.3 millones de personas salieron de la pobreza extrema, además de que hubo una mejoría en los servicios de salud y en la calidad y espacio de las viviendas en la mayor parte del territorio.

Así que, ni al actual gobierno ni a ninguno de nosotros nos conviene seguir viendo por el retrovisor cuando el zigzagueante y brumoso camino nos exige poner toda la atención en el parabrisas de un vehículo que apenas y camina.

A propósito, ahí está la propuesta del Consejo Coordinador Empresarial de 68 puntos para la reactivación económica. Yo no digo que sea la panacea. Lo que sí puedo exigir —como todos y cada uno de nosotros— es que urge que gobierno y empresarios se sienten para establecer cuanto antes un gran Pacto Nacional Anticrisis. Ya basta de descalificaciones y desconfianzas de unos y otros. México demanda con toda justicia una respuesta comprometida. Antes de que sea demasiado tarde.

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