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Hace (14) meses
Pese a que AMLO diga que se acabó, la corrupción sigue

Eduardo Ruiz-Healy

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Ayer se difundió el Índice de Percepción de la Corrupción 2022 (IPC) elaborado por la organización no gubernamental Transparencia Internacional (TI) que desde 1995 publica cada año este índice que clasifica a los países “por sus niveles percibidos de corrupción en el sector público”, todo ello determinado por las encuestas de opinión y evaluaciones de expertos. El IPC define la corrupción como “el uso indebido del poder público para beneficio privado” y “clasifica 180 países y territorios según las percepciones que estos tienen sobre el nivel de corrupción en el sector público, empleando una escala de cero (muy corrupto) a 100 (muy baja corrupción). En 43 de ellos, el promedio del IPC sigue sin mostrar variaciones, por undécimo año consecutivo, y más de las dos terceras partes de los países tienen un problema grave de corrupción y una puntuación menor a 50”.

En su presentación, TI señala que “El IPC 2022 revela escasos avances contra la corrupción en un contexto mundial cada vez más violento. Los niveles de corrupción no han variado en 11 años consecutivos (…) La mayor parte del mundo sigue sin combatir de lleno la corrupción: el 95% de los países solo han conseguido avances mínimos o nulos desde 2017”.

Y, como si estuviera refiriéndose a nuestro país, anota que “el mundo sigue transformándose en un lugar menos pacífico. Existe un nexo evidente entre esa violencia y la corrupción: los países que tienen las puntuaciones más bajas en el Índice de Paz Global [elaborado por el Instituto para la Economía y Paz basado en Australia] también tienen las puntuaciones muy bajas en el IPC. Los gobiernos asediados por la corrupción carecen de capacidad de proteger a las personas y, a su vez, en esos contextos el descontento público tiene más probabilidades de transformarse en violencia”.

Ese año, México recibió una calificación de 31 puntos, lo que lo colocó en el lugar 126 de los 180, empatando en puntos y lugar con Bolivia, Laos y Uzbekistán.

Nuestro país ha obtenido la misma calificación durante los últimos tres años, 2020, 2021 y 2022.

Lo peor del caso es que desde que llegó al poder el presidente Andrés Manuel López Obrador, la calificación empeoró pese a que continuamente asegure que ya no hay corrupción porque quienes conforman su gobierno no son iguales a los corruptos de antes. Son diferentes pero igual de chuecos, dicen los enterados.

El IPC muestra cómo aumentó la percepción de la corrupción durante el sexenio de Enrique Peña Nieto: en 2013 nuestro país recibió una calificación de 34 puntos, de 35 en 2014, de 31 en 2015, de 30 en 2016, de 29 en 2017 y de 28 en 2018.

En 2019, el primer año del gobierno de AMLO la calificación subió a 29, luego a 31 en 2020 y ahí se ha quedado desde entonces, lo que señala que la percepción de corrupción se ha mantenido, que las personas no perciben la mejoría que presume el presidente.

El sexenio de Andrés Manuel concluirá dentro de solo 20 meses y nada permite suponer que, pese a sus esfuerzos, disminuyan de manera significativa los altos niveles de corrupción que desde siempre han afectado al país y a sus habitantes.

Acabar con la corrupción será, seguramente, la promesa de campaña de todos los que busquen ganar la presidencia en 2024. ¿Les creerá alguien?

 

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