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Hace (11) meses
Mortal contaminación en Tula
Corrupción, ¿cuál?
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De manera sistemática, los hidalguenses son señalados cuando de contaminación del Valle de México se trata, principalmente por la exportación de gases a la atmósfera generados desde en la cuenca de Tula-Tepeji. Y efectivamente: están en lo cierto, aunque omiten que los habitantes de esa región también están pagando las consecuencias con enfermedades tan dolorosas social y físicamente como el cáncer.

En portales mundiales encargados de monitorear la calidad del aire, tal como Iqair.com, recomiendan a los grupos sensibles de Tula no salir sin mascarilla, cerrar sus ventanas para evitar el aire sucio, evitar ejercicios al aire e instalar purificadores de aire al interior de sus viviendas.

Estas advertencias que parecen apocalípticas van muy de la mano con los estudios realizados en distintos momentos por especialistas de la Secretaría de Salud, quienes aceptaron el incremento de enfermedades respiratorias, asma o cáncer, según sus análisis del 2019 en la Jurisdicción Sanitaria III con cabecera en Tula.

Aunque el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático advirtió, en su momento, que de modificar la polución provocada por las industrias asentadas en Tula y sus alrededores se habrían evitado al menos 9 mil 115 muertes causadas por problemas cardiopulmonares, según consta en una bitácora de trabajo del Senado de México.

Y aun cuando la cuenca de Tula se encuentra en la mira permanente por los efectos negativos que causa a la salud con sus 58 empresas asentadas, el tema de la contaminación parece no preocupar tanto, pues existen evidencias de que el único sistema de monitoreo ambiental en ese municipio sale de funciones por largas temporadas.

Especialistas en la materia le han dedicado múltiples estudios a la contaminación del aire, el agua, la tierra y el cielo. Tan solo en el gran caudal que recibe la zona a través del río Tula hacen notar la presencia de metales pesados motivantes de enfermedades no únicamente en los humanos, sino también en los animales de corral con que se alimentan.

Las más de cien mil hectáreas que son irrigadas con las aguas residuales del Valle de México han salinizado las tierras, que ya muestran un cansancio, obligando a los agricultores al uso de fertilizantes y pesticidas.

Este coctel mortal que comen y respiran los hidalguenses ha sido motivo de preocupación momentánea de legisladores locales, que han promovido algunas excitativas para crear comisiones de análisis y posible solución del problema; sin embargo, hasta allí han quedado.

Las inundaciones de Tula abrieron una posibilidad de diálogo con las autoridades federales y estatales que estableciera una ruta crítica de posible solución a 10 o 20 años; sin embargo, el protagonismo de ambientalistas que carecían de información convirtió la escena en un ring de lamentables consecuencias, porque nadie ganó nada; vamos, ni siquiera una indemnización de daños.

La gente está muriendo en esa región a causa de la contaminación. Grave sería no atender el reclamo permanente que existe para que la termoeléctrica de CFE modifique sus procesos y abandone el combustóleo por gas natural; que Carlos Slim cumpla con sus obligaciones de hacer funcionar al cien por ciento la planta tratadora de aguas residuales de Atotonilco de Tula; que los ayuntamientos sean obligados a limpiar sus aguas residuales antes de echarlas al río Tula; que la presa Endhó sea limpiada de la maleza que motiva la generación del mosquito que ya enfermó a todos los vecinos.

Son tareas muy analizadas científicamente en distintos tiempos, ahora resta el compromiso de rescatar esos espacios que alguna vez fueron ideales para ir de pesca, de día de campo o tan solo a caminar con la familia.

NIMIEDADES:
La aproximación de los tiempos de selección de candidatos a diputados locales y federales será oportuna para que los alcaldes en funciones muestren si podrán seguir en política ahora que concluya su periodo.

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