Por años hemos visto como el robo de combustible se ha convertido en un flagelo en la entidad. Hidalgo, para muchos, se convirtió en el paraíso del huachicol. Hoy vemos, por lo menos, una intención: acabar con el problema en coordinación con las instituciones federales.
En los últimos meses hemos visto operativos conjuntos que buscan cambiar el rumbo de la entidad en materia de inseguridad. Hace unos meses, en una platica con el secretario de Seguridad, Salvador Neri, adelantaba que la entidad comenzaría a dar resultados este año en cuanto al trabajo de inteligencia y combate al huachicol.
Ayer, junto al Ejército, la Guardia Nacional y la Procuraduría General de Justicia de Hidalgo, llevaron a cabo un operativo en Tula y Tlaxcoapan en el cual se desmanteló una megaordeña.
Un túnel que llevaba combustible robado directo a 12 pipas, que se presume trabajaban 24/7, es decir, mamaban descaradamente huachicol.
Además de diez detenidos, se recuperaron 80 mil litros de hidrocarburo robado, que estaban en 12 autotanques, además de un arma de fuego larga calibre 45, tres tractocamiones, tres vehículos y marihuana, además de 80 dosis de sustancia en polvo blanco con características de cristal y 30 pastillas de color azul (posible fentanilo).
Esto nos deja claro que no se trata de grupos dedicados exclusivamente a la ordeña de ductos de Pemex, sino al crimen organizado, pues la presencia de drogas por lo regular va acompañada de otras actividades delincuenciales como la extorsión, el cobro de derecho de piso hasta el secuestro.
Ahora viene la parte más difícil: mantener el paso, que las autoridades no desistan, por que es claro que cada vez que tapen un agujero, los criminales destaparán diez más. Y es necesario que nadie cante victoria, que sean consientes de que esta lucha durará tiempo, esfuerzo y la vida de muchos.
