· 
Hace (9) meses
La ciudad rota
Marco Moreno
Compartir:

Las ciudades de México han ido cambiando de una manera extraña, jalonadas por los índices de inseguridad y por la ausencia de oportunidades económicas para sus habitantes. Llenas de insatisfacción y de aspiraciones, un día se rompieron, se despedazaron en diversos rubros.

Las ciudades mexicanas no son sostenibles, no lo han logrado en medio de la devastación y la contaminación que la demanda de servicios y productos ha provocado.

Y en el marco del cambio climático, las ciudades se encuentran en el filo de una crisis humanitaria que hasta ahora no ha sido percibida de manera correcta por la autoridad y por los propios ciudadanos.

Ciudades en las que el crecimiento urbano se vuelve ficticiamente útil y arrasa con áreas fundamentales en lo ecológico.

Los problemas de la ciudad se traducen en los beneficios que sus habitantes reciben o en las limitaciones a las que se ven sujetos, separados la mayoría de las veces, cohabitan un espacio que muchas veces se vuelve ajeno y en otro agresivo y excluyente.

Al señalar que Barker asegura que “el lugar, la conducta de los habitantes y el programa de la cultura están estrechamente vinculados, de tal manera que la conducta de cierta clase tiene lugar en cierto lugar físico de acuerdo con lo estipulado por las concepciones, costumbres, valores y creencias de la cultura”, Serafín J. Mercado y sus coautores, tratan de comprender la ciudad como un fenómeno típicamente humano.

Pero no solo es la cultura de lo que hablamos aquí, el ambiente, la contaminación, la devastación y la ausencia de áreas verdes suficientes para la gente, tiene un impacto en la conducta de las personas y en la forma en que se relacionan con los demás.

Pachuca, Tulancingo, Tizayuca, Tepeji del Río, entre otras, se han convertido en espacios cada vez más agrestes para sus habitantes. Fraccionamientos amurallados que rompen la continuidad citadina y construyen un espacio anticiudad, más que por la seguridad de sus habitantes, por los intereses de quienes los construyen y los comercializan.

El caso de Pachuca, además, de esto el rebasamiento del ayuntamiento por una realidad que han sido incapaces de atrapar y resolver. Calles maltratadas, ambulantaje galopante, mala calidad del aire, mala gestión territorial, baja disponibilidad de agua, entre otros muchos que la amenazan.

Desde su estudio “La ciudad: un análisis teórico desde la psicología ambiental”, el mismo Serafín J. Mercado y sus coautores del estudio señalan que “las calles y las plazas son públicas, todo mundo tiene derecho a circular por ellas. Conectan con una serie de escenarios, tanto públicos, semipúblicos y privados”.

Además, asegura que “la reglamentación y el equipamiento van dirigidos a agilizar la circulación de vehículos y peatones, pero con frecuencia los intereses particulares de las personas afectan de modo contrario”. Y es precisamente lo que sucede en la ciudad, el ayuntamiento no comprende la ciudad, no gobierna la ciudad, pierde la ciudad cada día más.

Sí, ya sé, los que en verdad saben, exclamarán que la ciudad es de todos, pero la verdad es que no, es de los constructores, de los líderes de ambulantes, de los vendedores de predios irregulares; de ellos hasta en tanto la autoridad federal asegure que no puede hacer nada, aun cuando algunos de los hechos son competencia federal; de ellos mientras la autoridad estatal no reconozca que en las ciudades de la entidad, hace falta su colaboración en la construcción de gobernanza; de ellos mientras los ayuntamientos actúen en función de los intereses de los grupos políticos que se mueven en la ciudad.

La ciudad está rota, desconectada y con un rumbo que se marca a partir de los intereses; la ciudad se construye, pero no en función de sus habitantes, no en función de las necesidades colectivas.

La ciudad no cuenta con mecanismo de desaliento del uso del automóvil ni con procesos que promuevan la inclusión social y la construcción de una ciudad unitaria.

La ciudad no es nuestra; pero se vuelve fundamental recuperarla, organizarla, reconstruirla, reorientarla, quitársela a quienes aseguran que la gobiernan, pero su incompetencia brilla en cada hoyanco, en cada obstáculo, en cada decisión que raya en la ridícula creencia de que se hace lo mejor.

Compartir:
Relacionados
title
Hace 4 horas
title
Hace 1 días

© Copyright 2023, Derechos reservados | Grupo Criterio | Política de privacidad