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Hace (24) meses
Hablemos de normas
Marco Moreno
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En el correr de los días, los temas empiezan a normalizarse, las decisiones a ser tomadas como inapelables por parte de la población y, esta normalización, empieza a ser difundida y comunicada como la aceptación por parte de la gente, de las decisiones que el gobierno adopta y empieza, necesariamente, la construcción de una narrativa triunfalista y simuladora de bienestar para las personas.

A todas luces la normalización de las decisiones, mediante el hostigamiento, el prescindir de manera consuetudinaria de la opinión de las personas, a pesar de que se asegura se les escucha; el romper toda norma y torcer toda ley bajo el supuesto del bienestar.

El azuzar el temor del pueblo a las desgracias y, usar las desgracias pasadas, como argumento que fustiga la voluntad de las personas. Todo esto es simulación de acciones de gobierno, todo esto es violencia social ejercida desde el gobierno en contra de la gente.

Esto me viene a la cabeza porque en Tula, se ha desoído, se ha vulnerado el derecho de la gente a estar en contra de una obra y se usa el temor de las personas a las desgracias, para fustigar a los grupos ecologistas, si, otra vez los ecologistas, y tratar de normalizar la destrucción de un río, por encima de la posibilidad de restaurar, de rehabilitar el entorno del mismo.

Pero ¿qué tiene que ver con las normas? ¿Por qué hablar de esta normalización social de las decisiones y de las Normas Oficiales Mexicanas? Ah, porque ahí está otra de las grandes simulaciones del Estado mexicano.

Apenas se ha anunciado la actualización de la Norma Oficial Mexicana NOM-001-SEMARNAT-2021, la misma que entre sus objetivos busca “establecer los límites permisibles de contaminantes en las descargas de aguas residuales, con el fin de proteger, conservar y mejorar la calidad de las aguas y bienes nacionales”.

Nada extraordinario, dirán los que saben, pero veamos, si busca proteger y conservar, ¿por qué no se hace prevalecer la importancia que el río Tula tiene para el manto acuífero Valle del Mezquital? ¿En qué momento se decide proteger y conservar y cuándo desechar? ¿Acaso no tiene valor ambiental el río Tula?

Pero además asegura que es “de observancia obligatoria para los responsables de las descargas de aguas residuales en cualquier tipo de cuerpo receptor propiedad de la Nación” entre ellos por supuesto la Ciudad de México, el Estado de México y las empresas asentadas en los corredores industriales. De tal manera que, al encementar el lecho del río, tramposamente, el gobierno de la república, los releva de sus responsabilidades.

Lo curioso de esta norma es que nos encontramos de frente con que “la Norma no aplica a las descargas de aguas provenientes de drenajes destinados exclusivamente para aguas pluviales ni a las descargas que se vierten directamente a sistemas de drenaje y alcantarillado municipales” Idílico, qué mejor flor para una candidata, futura, que de un plumazo decir, “¿Cuál responsabilidad puede tener ella?, la Norma es clara; está hecha a su medida.

Actualización que se hizo a puerta cerrada, en ella solo participan Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), no, no estuvo la Universidad Nacional Autónoma de México, tampoco el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y menos estuvo la sociedad.

Esa es la normalización de una conducta que en la calle grita ¡Sí a la democracia participativa! Y al momento de tomar decisiones reales y de peso para la vida nacional, recula y se reconoce como los auténticos representantes democráticos del pueblo.

Entonces, ¿de qué simulación hablamos? ¿De la democrática? ¿De aquella amorosa realidad que con amor se paga? Al menos a los habitantes de Tula, les dieron la espalda y modificaron una norma para quitar responsabilidades a la Ciudad de México. Al menos simularon la escucha de las demandas ciudadanas y las plasmaron en una norma que les permite pasar por encima de las peticiones de la gente.

Los que más saben, dirán que es casualidad porque, a la actual administración, no se le da el hecho de hacer a un lado a la gente, revisemos de nuevo, “la Norma no aplica a las descargas de aguas provenientes de drenajes destinados exclusivamente para aguas pluviales ni a las descargas que se vierten directamente a sistemas de drenaje y alcantarillado municipales”.
Manera cruenta de abandonar, excluir y discriminar a una región entera, pero solo se trata del Valle, sí, del Valle del Mezquital en el estado de Hidalgo.

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