La política nos ha llenado de malas costumbres. Una de ellas la vimos en estos días, cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador se molestó por que la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Lucia Piña, no se levantó de su silla durante un acto para aplaudirle al mesías de la izquierda mexicana.
En tiempos del priato vivimos el apogeo de esas formas alabadoras que tanto denigraron a los otros dos poderes de la Unión. El besamanos, que aun vemos en muchos estados y municipios es otra de esas costumbres anquilosadas que dejan a los políticos y subalternos como meros sirvientes de una figura elevada a todopoderoso.
Usted podrá ver a diario en las noticias, redes sociales, mítines políticos y en muchos otros espacios estas acciones que a diario alejan más a los ciudadanos de la práctica del poder. Cuantas veces no hemos visto olas de seguidores falsos en las publicaciones de los servidores públicas. ¡Qué chingón es usted!, aunque a su pueblo se lo esté cargando la fregada. Hay una larga lista de elogios maniqueos que nos dejan un sabor de boca amargo a quienes, con autentica curiosidad se preocupan por conocer las acciones de quienes mantienen el poder.
Los viejos acarreos en los mítines, que se mantienen gracias al desvío de recursos, se han llevado a la virtualidad; empleados gubernamentales convertidos en lacayos o haters, enviados por que alguien con un ego enorme no encuentra la validación de la población en general.
Y como esas, existe una larga lista de etcéteras que nos mantienen sumidos en la miseria, que solo nos demuestran que los gobernantes están más interesados en aparentar que hacen algo que rendir verdaderas cuentas a sus ciudadanos.
Payasadas:
Nos duró poco la mano del todopoderoso. Ayer, el dólar superó de nuevo los 19 pesos…
