Antes se decía que había una cuesta de enero, pero ahora sabemos que la cuesta es todo el año. Y es que los efectos de la pandemia sobre la economía mundial siguen latentes, en negativo.
Las grandes empresas, los pequeños negocios y las familias no terminan de recuperarse.
Leía hace unos días que el pronóstico es que la inflación podría ubicarse en 8.1 por ciento, según una encuesta realizada por Citibanamex. Nada alentador.
Mientras que de acuerdo con un sondeo de Reuters publicado recientemente, la inflación interanual en nuestro país, se habría mantenido en la primera quincena de julio en niveles no vistos hace dos décadas, (21 años ), por lo que el Banco de México (Banxico) podría seguir endureciendo su política monetaria.
Cuando parecía que todo estaba mejorando, la confianza prevaleció y entonces surgió la quinta ola de coronavirus que se ha aparejado a la inflación en nuestro país.
Y lo que más “ha pegado” a los bolsillos es la falta de ingresos, aunado a la alza de los precios. Esto ha impactado a más de 50 millones de personas que de acuerdo con México cómo vamos están en pobreza laboral.
Por ejemplo, la inflación en abril fue de 7.68 por ciento y los alimentos de la canasta básica se encarecieron en un 13.72 por ciento en promedio, y dos puntos porcentuales más, fueron las frutas.
El panorama no deja de ser desalentador, y aunque pensábamos que sólo serían cuatro meses donde el crecimiento para México se ha detenido lo cierto es que ya tenemos medio año así.
No hay crecimiento para nuestro país ya lo hemos dicho por la invasión rusa a Ucrania y en consecuencia el aumento de precios de energéticos, los fertilizantes y granos para el agro. También por la pandemia de COVID19 y qué decir del endurecimiento de la política monetaria en México y el mundo tras el incremento en sus tasas de interés para combatir la alta inflación.
Es decir a mayores tasas de interés, mayores costos de financiamiento y por ende no hay inversión y el consumo se merma.
No se ve para cuándo salgamos de esta incertidumbre
