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Hace (41) meses
Preservación del edificio de la Maestranza en Pachuca
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La acepción más común de la palabra Maestranza define a los talleres y oficinas destinadas a la construcción, reparación y mantenimiento de piezas de artillería, término que por extensión fue utilizado en los Reales de Minas para nombrar a las plantas de fundición donde se diseñaban, fabricaban y reparaban diversos enceres necesarios en la extracción y beneficio de minerales, los que fueron cada vez más necesarios, en la medida que se tecnificaron labores mineras y metalúrgicas.

En esta comarca minera, la Maestranza estuvo al menos hasta principios del siglo veinte en Real del Monte y fue trasladada a Pachuca tras ser adquiridos los fundos y haciendas de beneficio, por la empresa norteamericana American Smelting and Refining Mining Company en 1906; el cambio se operó a lo largo de tres lustros, en los que paulatinamente se construyeron fraguas, mesas de trabajo, poleas y un sinfín de enceres para integrar aquel enrome taller de mantenimiento minero-metalúrgico.

El edificio construido en las por entonces afueras de la ciudad, detrás de las estaciones de los Ferrocarriles Central y Mexicano, empezó a ocuparse en 1916 y todo indica que hacia 1920 estaba ya operando plenamente. En tal lugar se reparaban motores de malacates, se diseñaron y fabricaban Jaulas y Botes –la primera transportaba hombres y las segundas el mineral extraído– y fue en ese lugar donde adaptaron las góndolas que surcaban las vías férreas en el interior de las minas y también, se encargaron de las Cotorras, vehículos comprados como desecho de la Primera Guerra Mundial, que aún circulaban por las calles de Pachuca en los años 90 del siglo anterior –70 años de servicio– todo ello en razón de que en este sitio se construían las piezas mecánicas que tales vehículos requerían.

Es por ello que el edificio de la Maestranza es realmente emblemático para la ciudad de Pachuca, y si no fue incluido en el perímetro de protección del INAH, fue por un error garrafal, ya que como podrá observarse formó parte de Pachuca desde al menos 1912. Es importante subrayar que nuestra ciudad estuvo íntimamente ligada a la actividad extractiva por prácticamente cinco siglos, condición que obliga a preservar esa parte de nuestro gran pasado para singularizarnos como lo hacen otras ciudades, de allí el poder reflexionar sobre la conveniencia de conservar tal construcción donde podría establecerse un amplio Museo de la Minería Pachuqueña, que tanta falta hace para expandir el que la licenciada Belem Oviedo, cuida con tanto celo y esmero en un espacio reducido –el de las calles de Mina–, Una imagen dice más que mil palabras, aquí un testimonio gráfico de este emblemático sitio.

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