El tráfico de fentanilo ha alcanzado proporciones alarmantes tanto en Estados Unidos como en México. Esta droga altamente letal, responsable de la muerte de más de 47 mil personas al año en suelo estadunidense, ha alterado significativamente el sombrío mercado del narcotráfico y ha generado una preocupación sin precedentes en ambas naciones. La creciente relación entre los carteles mexicanos y los chinos para la producción y distribución de fentanilo hacia Estados Unidos ha establecido una peligrosa conexión.
En el pasado, China solía ser el origen directo del fentanilo que se enviaba a las ciudades estadounidenses. Sin embargo, en los últimos años, el modus operandi ha experimentado cambios significativos. Organizaciones como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa han optado por importar precursores químicos para fabricar fentanilo en sus propios laboratorios, convirtiéndose así en los principales proveedores de esta sustancia para los consumidores estadounidenses, según la DEA.
¿Cuál es el funcionamiento de este tráfico de fentanilo desde China hasta México y posteriormente hacia Estados Unidos? Los laboratorios ilegales en China se convierten en el punto de partida, con al menos 5 mil sitios dedicados a la producción de fentanilo y sus precursores. Inicialmente, la droga solía ser enviada por correo o mediante envíos aéreos, incluso utilizando la denominada “internet profunda”. Aunque esta práctica aún persiste, ha ido cediendo gradualmente terreno a otras modalidades.
Una de estas modalidades consiste en el envío de contenedores de fentanilo en barcos mercantes que parten de los principales puertos chinos. Para evitar su detección, la droga se camufla en diversos objetos, como jabón, muñecos u otros envoltorios. Estos cargamentos arriban a los puertos mexicanos en el Pacífico, especialmente a Manzanillo, Colima, y Lázaro Cárdenas, Michoacán, que son considerados los puntos de mayor amenaza en cuanto al ingreso de fentanilo, según la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de México.
Además de los puertos marítimos, las autoridades mexicanas han detectado la llegada de cargamentos de fentanilo en aeropuertos internacionales, como Culiacán, Manzanillo y Ciudad de México. Una vez que la droga ingresa al territorio mexicano, se traslada a laboratorios clandestinos, donde se le añaden otras sustancias, como cocaína o heroína. Posteriormente, la mezcla se divide en píldoras y se envía al mercado estadunidense.
Asimismo, se ha identificado una nueva modalidad de tráfico: la producción de fentanilo en México.
Los carteles ahora importan precursores desde China, Taiwán o Hong Kong, los cuales se mezclan en laboratorios mexicanos para obtener el opioide. La frontera norte de México, particularmente la ciudad de Tijuana, en Baja California, se ha convertido en uno de los principales puntos de entrada a Estados Unidos para el fentanilo producido en suelo mexicano.
