La pandemia por Covid-19 cumple dos años y sus impactos negativos incluyen todos los sistemas que conocemos; siendo el sector financiero uno de los más afectados por todo lo que implica.
Aunque el proceso de vacunación ha avanzado y hay un incremento en los gastos de consumo derivado de estas fechas, los cuales estiman un desempeño financiero favorable, dentro de la objetividad no puede perderse de vista algo: no todo está ganado ni para las instituciones bancarias, empresas, comercios y familias en sí, pues la economía ha estado severamente dañada y la recuperación se torna difícil.
La amenaza ahora es que por la variante ómicron, la economía pueda desestabilizarse o perder el terreno que paulatinamente había venido avanzando.
La preocupante posible cuarta ola por la contingencia sanitaria, según la encuesta de Citibanamex, traería expectativas para el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en el 2022 del 2.8 por ciento y de 2.2 por ciento para el 2023. La prospectiva no solo es para el año que inició, sino a mediano plazo.
Los daños colaterales permean la economía y se sabe que no son de ahora sino que se arrastran incluso antes de la Covid-19. Recordemos que el Inegi informó que el PIB cayó un 0.1 por ciento en 2019 siendo la primera vez que la economía mexicana terminaba el año en números rojos desde una década antes. Y en el 2020 la caída fue de 8.3 por ciento, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En un ánimo de optimismo se proyecta un crecimiento de 3.3 por ciento para 2022, el cual sería posible, en gran medida, gracias a que las exportaciones seguirán beneficiándose de la recuperación económica de Estados Unidos, según la opinión de Gustavo Martínez, director ejecutivo de Banca Corporativa en Banco Sabadell, publicada recientemente en Forbes.
En tanto que, de acuerdo con un análisis de Banco Base, estas son algunas de las fuentes de volatilidad que más riesgos podrían representar para la moneda mexicana el 2022: La iniciativa de reforma eléctrica sigue pendiente de ser aprobada o no en el Congreso mexicano, por el momento se detuvo, pero el primer trimestre del año será fundamental en su destino. Cabe señalar que esta, fue rechazada por la comunidad financiera del país y por empresarios extranjeros, quienes argumentan que se trata de una iniciativa que afecta las inversiones realizadas en otros años. Y la relación comercial con Estados Unidos, no deja de ser complicada; últimamente una serie de conflictos en sectores como el automotriz. Algo preocupante y que debe ocupar, es la posibilidad de que México sufra una degradación de su calificación crediticia, sucedería por el bajo crecimiento económico en el país.
Confiamos que este 2022 sea mejor en materia financiera, en salud, en empleos, en infraestructura y en todo lo que implica una nación que debe ser fuerte y proyectarse como tal en los ámbitos micro y macroeconómicos.
¡Seamos optimistas de que habrá un mejor dinamismo económico!
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