Sin duda alguna, las redes sociales sirven para infinidad de cosas, desde enterarte al instante de las noticias en cualquier parte del mundo así sea el lugar más recóndito y alejado, o también para hacer amistades, escribir lo que quieras sin importar lo que digan los demás (aunque siempre termina importando), publicitar tu negocio, poner pensamientos, fotos, “memes”, frases, en fin, un sinnúmero de utilidades, así como también puedes encontrar a antiguas amistades.

Recientemente me encontré un video que fue publicado en una página de Facebook a finales de 2016; sin precisar la fecha en que fue grabado, una mujer de aproximadamente 35 a 40 años de edad, platica su experiencia al llegar con su esposo a un desayuno con unas amistades en un restaurante. Al entrar a dicho lugar se encontró con una vieja amiga de la primaria, a la que por obvias razones no veía desde hace bastantes años. Relata que ante la sorpresa de su reencuentro, ella la saludo con efusividad, mostrando con naturaleza el gusto de verla nuevamente. En dicho video, cuenta como su contraparte la saluda con cierto desplante de altivez, hecho que le sorprendió, pues cuenta que eran íntimas amigas que inclusive se “chingaban” (comían) unas “guajolotas” en La Peralvillo, de donde era ella. Hace alusión también a que llevaban sus tortas de frijoles con huevo dignamente a la escuela primaria.

Pero su “amiga” hablándole cual político que se sube a un tabique y se marea, le platicaba de sus logros y proyectos a nivel mundial. Al final de la grabación platica como terminó diciéndole: “Wey, que mamona te has vuelto, se te olvida que tragábamos tacos en Tepito, me dio mucho gusto verte, pero que mamona estas”. Cierra con un comentario muy atinado, diciendo que debemos recordar de dónde venimos, sino somos unas mierdas.

Esta historia hizo que recordara, que a lo largo de toda mi vida, he tenido la fortuna de encontrarme con excelentes personas que en su momento me brindaron su amistad y cariño. En todas mis etapas escolares también existieron las promesas de amistad eterna, aquellas que al finalizar el último curso, prometían que siempre estaríamos en contacto, que no nos perderíamos el rastro, que pasara lo que pasara, estaríamos juntos.

Pero la realidad es otra. Es innegable que eso es casi imposible; por diversas circunstancias, uno deja de ver a sus amigos, por que cambian de escuela, por que cambian de casa, inclusive de ciudad. Pero al día de hoy, las redes sociales, son una excelente herramienta para los reencuentros. Afortunado soy de que me hayan contactado para reuniones de la primaria, secundaria y hasta la universidad; como siempre, inolvidables momentos en todas las reuniones, pero existen algunas personas, que o ya eran así o la vida los convirtió en unos mamones.

Recuerdo que el grupito de cuatro personas que conformábamos en la universidad, nos prometimos que si alguien de nosotros se encontraba “arriba”, refiriéndonos a que al que le fuera mejor económicamente, iba a jalar a los demás, que nos íbamos a apoyar por siempre; afortunadamente a todos nos ha ido bien, no hay porque quejarse, pero después de terminar la carrera, jamás nos hemos vuelto a juntar. De nada nos sirvieron los viajes a Acapulco en pleno festival, ni las borracheras de antología, para poder prometernos que algún día nos reencontraríamos. La historia del video me recordó cierta llamada telefónica que le hice a uno de aquellos amigos para invitarlo a una reunión, pero sus múltiples ocupaciones no le han permitido darse esa oportunidad. Espero que nos veamos en vida y no sea en una reunión donde requiramos ropa oscura. Vivamos juntos el aquí y el ahora.