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Hace (21) meses
En lo político y lo económico, México regresa al pasado

Eduardo Ruiz-Healy

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Muy malas noticias económicas se difundieron ayer.

Por un lado, el Inegi dio a conocer el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) para la primera quincena del mes en curso, el cual aumentó 0.49 por ciento respecto a la quincena anterior, es decir la segunda de mayo.

Así, la inflación general anual llegó al 7.88 por ciento, mientras que la inflación subyacente, que incluye mercancías (alimentos procesados, bebidas y tabaco y mercancías no alimenticios) y servicios (educación vivienda y otros servicios) fue de 7.47 por ciento.

Lo peor de la mala noticia es que el índice de precios no subyacente, que incluye productos agropecuarios (frutas, verduras, carne, pollo y huevo, leche y otros), energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno, alcanzó el 9.13 por ciento.

Por el otro lado, dado que la inflación no cede, la junta de gobierno del Banco de México determinó elevar a 7.75 por ciento su tasa líder o Tasa de Interés Interbancaria a un día, del 7.00 que fijó el 13 de mayo, cuando la elevó del 6.50 que regía desde el 25 de marzo.

Desde el 11 de febrero el banco central ha elevado la tasa del 5.50 por ciento al 7.75 por ciento, es decir en 2.25 puntos porcentuales, sin que ello detuviera a la inflación. El haber determinado tres aumentos de 0.50 puntos cada uno desde febrero en lugar de 0.75 como lo decidió ayer, fue una respuesta débil ante un proceso inflacionario que desde entonces era más agresivo de lo que creyeron nuestros banqueros centrales y un buen número de analistas.

En enero pasado la inflación general anual fue de 7.07 por ciento, en febrero de 7.28, en marzo de 7.45, en abril de 7.68 y en mayo de 7.65. El 7.88 por ciento de la primera quincena de junio muestra un fuerte aumento respecto al mes anterior, similar a los incrementos que se observaron en febrero, marzo y abril.

Como se ve el panorama, el aumento de los precios y de las tasas de interés seguirán golpeando a la de por sí vapuleada economía nacional y las cada días más vacías carteras y bolsos de los mexicanos y mexicanas.

¡Pobres de los mexicanos que deben elevadas cantidades con respecto a sus ingresos, especialmente a las emisoras de tarjetas de crédito! Si de por si la mayoría de ellos deberá apretarse los cinturones y vivir o sobrevivir con menos satisfactores, pocos son los que podrán reducir o cancelar el monto que le deben a una emisora

James Salazar, subdirector de análisis de CIBanco, entrevistado en el diario La Jornada asegura que “actualmente, la tasa de interés promedio de las tarjetas de crédito se encuentra en un rango de 33 por ciento, pero si el banco central toma la decisión de incrementar la tasa constantemente, podrían las tasas de las tarjetas incrementar hasta 37 por ciento, el mayor nivel desde 2011”.

Con frecuencia afirmo que el sistema político que pretende imponer el presidente Andrés Manuel López Obrador es similar al que prevalece en el periodo comprendido entre 1938 y 1982, antes de que llegaran los tecnócratas al poder. Ahora, me temo que la realidad económica que nos toca enfrentar se parece a la que muchos vivimos entre 1973 y 1999, cuando la inflación anual llegó a ser de dos dígitos y, como en 1987 y 1988, hasta de tres.

Estamos viviendo en México un verdadero regreso al pasado, tanto en lo político como en lo económico y quién sabe cuánto tardaremos en salir de esta obscura etapa.

Eduardo Ruiz-Healy

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