Antes de concluir el primer semestre del año, los priistas deberán definir las condiciones de cómo enfrentar las elecciones del 2024, en quien depositarán el liderazgo estatal que los salve de la vergüenza electoral a que están condenados de no cesar el conflicto que padecen en su cúpula.
Históricamente el PRI en Hidalgo fue catalogado como caciquil e impositivo, debido a una fuerza alcanzada a través de la unificación de su militancia y sus dirigencias internas. “Hay que saber hincarse y prometer disciplina, sólo así tenías futuro”, reza el testimonio de un exdiputado local y exalcalde.
Y esa unidad que los mantuvo en el poder 92 años, está perdida actualmente entre los grupos más significativos. El exgobernador Miguel Ángel Osorio Chong al frente de una militancia cooptada a través de despensas alimenticias, atención médica y en su momento becas y concesiones de taxis, entre otras. La otra fuerza, es la que representa a los viejos liderazgos regionales que supo cautivar sólo con saliva por la actual diputada federal Carolina Viggiano.
Con una parecida representación se encuentran los simpatizantes del exgobernador Omar Fayad Meneses, que mantienen presentes algunos de los “apoyos” que les entregó y que pertenecían a los programas gubernamentales.
Estos tres personajes, enfrentan una grave división entre sí. Osorio Chong recién mostró su enojo en contra de Alejandro Moreno, actual líder nacional y por consiguiente con Carolina Viggiano quien es también secretaria general del CEN del PRI. Mientras que Fayad Meneses también los enfrentó al no ser nominado su delfín a la gubernatura.
La trapeada que les dieron los votantes el pasado 5 de junio al votar por Morena, tal parece que no fue lección suficiente para mostrar oficio político, aunque de cierto, las prácticas democráticas no son lo suyo.
Así lo mostraron en 1984, cuando el entonces presidente del CEN del PRI, Adolfo Lugo Verduzco convocó a una consulta a las bases para designar a los candidatos que disputarían las alcaldías. Los momentos difíciles económicos de la Nación y el tono serio del originario de Huichapan abrió expectativas.
El “Sistema Hidalgo” como se nominó este ejercicio de laboratorio electoral a nivel nacional, inscribió cerca de 15 mil solicitudes de ciudadanos que deseaban participar en una especie de elecciones primarias en 35 municipios para ser alcaldes.
La forma democrática que idearon para dirimir las pugnas entre los liderazgos regionales, no alcanzó buenos resultados ante la beligerancia de los dirigentes que buscaron mantener sus cotos de poder a partir de dedazos, pese al maquillaje de la renovación moral que proponía en ese entonces Miguel de la Madrid.
Las protestas de una militancia burlada, hizo que fueran impugnadas más de la mitad de las nominaciones, amén de la toma de ocho alcaldías, marchas de protesta, mítines, balaceras y zafarranchos.
Una segunda revuelta por la misma causa, fue la creó el Frente Democrático Hidalguense (FDH) que encabezó José Guadarrama Márquez al ser eliminado en la elección interna priista para gobernador.
La desbandada fue mayúscula generando una inusitada fortaleza para el Partido de la Revolución Democrática, que le permitió ganar la senaduría al propio Jesús Murillo Karam, además de las diputaciones federales de Actopan y Tepeapulco.
Los conflictos posteriores, llaman la atención por la conjugación ya de otros factores que no tenían justamente que ver con la militancia, pero eso será tema de otra columna.
En fin, los plazos son cada vez más estrechos y será difícil ponerse de acuerdo para elegir a los 84 candidatos con su planilla, los 18 aspirantes a las diputaciones locales, siete federales y dos senadores, a menos que concesionen el poder nuevamente al PAN.
Nimiedades:
Nuevas prácticas de incomprensión oficial comienzan a gestarse en lugares tan sensibles como la administración del Hospital del Niño DIF. Ojalá no volvamos a caer en los mismos escenarios que antes.
