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Hace (22) meses
No vale la pena defender a dictadores latinoamericanos aliados de Putin

Eduardo Ruiz-Healy

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Imagina que organizas una comida sabatina en tu casa e invitas a un amigo que te dice que asistirá con mucho gusto, pero solo si también invitas a tres de sus amigos, que son personas que no te caen bien y no deseas ver. ¿Aceptarías su propuesta o, como yo seguramente lo haría, lo mandarías al diablo y lo desinvitaría?

Porque eso es precisamente lo que pretende el presidente Andrés Manuel López Obrador en lo que a la Novena Cumbre de las Américas que se realizará del 6 al 9 de junio en Los Ángeles, California.

Después de haber dicho que sí asistiría, ahora dice que no irá si a la reunión no son invitados todos los gobernantes de nuestro continente. En particular se refirió al dictador de Cuba y supongo que también, aunque no los mencionó, a los de Nicaragua y Venezuela.

Así lo dijo durante su conferencia de prensa de ayer: “… estamos planteando que no se excluya a nadie, porque buscamos la unidad de toda América y sentimos que no debe de haber confrontación, que aún con las diferencias tenemos que dialogar y hermanarnos todos los americanos… queremos que se invite a todos… Si se excluye, si no se invita a todos, va a ir una representación del Gobierno de México, pero no iría yo… no quiero que continúe la misma política en América… Todos juntos, porque entonces ¿se le va a poder llamar Cumbre de las Américas? No sería eso si se excluye. Además, en la pasada se invitó a todos”.
Es cierto lo que dice AMLO: una Cumbre de las Américas no lo será si es excluido un solo gobernante o su representante. Pero no olvidemos que a estas reuniones multilaterales siempre hay uno o varios que deciden no asistir y mandan a un representante.

Por eso, ¿no iría Andrés Manuel a Los Ángeles si el cubano (o el venezolano o el nicaragüense), por alguna razón, decidiera no ir y enviara en su representación a algún funcionario de su gobierno? No lo creo.

El caso de Cuba es significativo porque no asistió a las primeras seis Cumbres realizadas en Miami (1994), Santiago de Chile (1998), Quebec (2001), Mar del Plata, Argentina (2005), Puerto España, Trinidad y Tobago (2009) y Cartagena, Colombia (2012). Tampoco asistió a la Cumbre extraordinaria de 2004 en Monterrey. Sí estuvo presente en las dos más recientes de Panamá (2015) y Lima (2018). Nada indica que no pueda asistir a la del mes entrante.

A menos de que Joe Biden decida que no quiere ser el anfitrión de los dictadores que son aliados de quien hoy es su acérrimo enemigo, el zar Vladimir Putin de Rusia.

En este caso, AMLO debe actuar con prudencia e inteligencia porque es muy probable que, a partir de enero de 2023, los republicanos que no quieren a México se apoderen del control de ambas cámaras del Congreso estadounidense. No olvidarán el agravio que para su país significará que nuestro presidente desdeñe la invitación de Biden en caso de que éste no invite a sus cuates.

Nos guste o no, los mexicanos dependemos de Estados Unidos y sin sus exportaciones de alimentos y combustibles el país se detendría y padecería hambre. Si a las remesas se les cobrara un impuesto de salida resultarían afectados millones de mexicanos. ¿Vale la pena llegar a eso con tal de solidarizarse con unos autócratas que no creen en la democracia que tanto defiende nuestro presidente? No lo creo.

Eduardo Ruiz-Healy

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