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Hace (41) meses
Desarrolla tu fortaleza parte II
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Queridos lectores, esta semana continuamos con el tema de cómo desarrollar tu fortaleza. En lugar de luchar con lo que tanto miedo te da o resistirte a ello, te expones lentamente a eso que tanto te asusta, te expones en pequeñas dosis a ese miedo que te bloquea, así entras en contacto con tu valor y la resiliencia, no se trata de dejar de tener miedo, sino de seguir adelante a pesar del miedo.

Repito, hay en ti más de lo que ves, y si te levantas y permites que emerja con una visión y con coraje, disciplina e intención, puedes llegar más lejos aún de lo que imaginas, tu mente te va a obstaculizar porque conoce tus miedos, sabe lo que no quieres hacer, tus inseguridades, así que te va a tratar de alejar de eso, por eso tienes que tomarla de la mano para que vaya contigo a ese lugar que tanto miedo te da ir y te apoye en este viaje, tienes que hacerla tu aliada, así que pregúntate: ¿salir de la cajita me daña, le resta valor a mi vida? o emprender la aventura de mi vida tiene sentido y aporta algo valioso, aporta conocimiento, experiencia, propósito? ¿Si salgo de la cajita me puedo beneficiar de esto?

Todos poseemos esa fuerza interior aunque no la tengas desarrollada, pero no te preocupes, porque también puedes desarrollarla. ¿Qué es lo que hace que haya gente que no sucumba emocionalmente ante situaciones tan terriblemente desfavorables? Resulta que la resiliencia no tiene nada que ver con las situaciones que vivimos, sino con una disposición interior, ningún acontecimiento es traumático en sí mismo, no existen situaciones desesperadas, sino más bien personas que se desesperan ante sus situaciones, personas que cuando la vida aprieta se derrumban. No se trata de la situación, sino de nuestra perfección e interpretación. Las personas poco resilientes suelen percibir la adversidad de forma negativa sintiendo que no tienen los medios para afrontarla y con ello anulan sus mecanismos psicobiológicos de crecimiento y fomentan una rigidez mental que solo les debilita. Las personas resilientes por el contrario perciben la adversidad como un desafío y esto les permite encontrar seguridad interior, se niegan a percibir los eventos como traumáticos, viven las adversidades y los eventos negativos sin derrumbarse por muy dolorosos que estos resulten y todos podemos aprender esto.

Aunque nuestro enfoque inicial sea negativo, podemos aprender a percibir nuestras situaciones de vida de forma diferente para replantearlas en términos positivos y con ello nuestro coraje emerge, nos fortalecemos. Cuanto más nos esforzamos por ser resilientes, más reforzamos esta capacidad; cuanto más caemos en actitudes victimistas y derrotistas, más se atrofian nuestras fortalezas interiores.

¿Cómo puedes entrenar y fortalecer esta resiliencia que ya está en ti y forma parte de tu inventario natural?. Además de enfrentar tus miedos de forma lenta pero segura, hay otras dos estrategias fáciles de incorporar en tu vida.

La primera estrategia es contarte otra historia. Todos tenemos un narrador interno que tiende a exagerar: cuando vivimos tiempos difíciles, este narrador suele decirnos que será así por siempre; cuando se trata de imaginar el impacto y la duración de eventos dolorosos y proyectarlos hacia el futuro tendemos a exagerarlo.

En estudios de pronóstico afectivo se ha encontrado que las cosas malas nos hacen sentir mal, pero no por tanto tiempo como pensamos ni con tanta intensidad; las personas solemos aferrarnos a la desesperación con mucha facilidad, pero rara vez llegamos a experimentar los extremos que habíamos imaginado. Del mismo modo que nuestro sistema inmunológico nos defiende de agentes infecciosos, poseemos una especie de sistema inmuno-psicológico que cura nuestras heridas emocionales, nuestra mente inconsciente utiliza este mecanismo para ayudar a la mente consciente a relativizar nuestras vivencias dolorosas, de modo que con el paso del tiempo el narrador interno comienza a contarnos una historia más agradable; aunque la voz interior tienda al dramatismo, con el tiempo todo se va reenfocando gracias a este sistema inmune psicológico y la mejor forma de favorecerlo es mantener siempre una actitud resiliente: cuando vivas situaciones adversas, no te creas la terrible historia que tu mente te cuenta, cuestiónala y ábrete a la posibilidad que tal vez tu mente está equivocada y las cosas no sean tan dramáticas como parecen.

La segunda estrategia tiene mucho que ver con la primera: cambia tu actitud. Con una actitud negativa el camino hacia la resiliencia se vuelve espinoso. Cuando nos negamos a considerar la posibilidad de percibir los eventos negativos como oportunidades de crecimiento y en lugar de ello continuamos victimizándonos, la resiliencia sigue durmiendo en su guarida secreta. La actitud es uno de los nutrientes principales que ayuda a que nuestro equilibrio mente-cuerpo florezca. Con una actitud de crecimiento encontraremos que muchas de nuestras fortalezas siempre estuvieron ahí, pero nuestra ceguera nos impedía verlas.

Una buena forma de cultivar esta actitud tiene mucho que ver con la primera estrategia, es parecido a contarte otra historia, pero en este caso es más específico: cambiamos los típicos pensamientos derrotistas por pensamientos resilientes, expansivos y edificantes; por ejemplo, en lugar de decirte cosas como: no puedo, esto no me sale bien, me rindo, no puedo hacerlo mejor, es demasiado complicado, no soy lo suficientemente fuerte, me culpo por mis errores, podemos comenzar a decir cosas como: ¿qué más puedo hacer para mejorar?, probaré algo nuevo, seguro que aún puedo dar algo mejor de mí, siempre puedo mejorar. ¿Ves la diferencia?

Ahora bien, está claro que para poder hacer este cambio de enfoque necesitas ser consciente de tus pensamientos indeseables, lo cual requiere de cierta destreza, pues muchas veces suceden de forma tan automática que ni nos damos cuenta y si no nos damos cuenta difícilmente vamos a poder reorientar nuestro pensamiento.

En el próximo artículo compartiré contigo cómo reorientar el pensamiento y así puedas llevar la resiliencia y ver cambios importantes en ti, en tu entorno y en tu vida.

Como siempre, te deseo larga vida salud y prosperidad.

Hasta la próxima

Alberto Tristany Zarauza

 

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