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Hace (16) meses
De votos particulares y rupturas silenciosas
Marco Moreno
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El Senado esta noche empieza a ser diferente y a provocar desencuentros no solamente políticos, sino también en el ámbito de la Constitución.

Ricardo Monreal, de manera simple y directa, haciendo algunos recortes de teoría de la Constitución, fue delineando el sentido de su voto y respondiendo desde la tribuna que la Constitución se defiende, se sostiene, referencia directa a quien rechazó, como secretario de Gobernación, revisar las inconsistencias encontradas.

Ricardo Monreal ha definido su voto particular en el Senado de la República y ha manifestado que acepta las consecuencias de sus decisiones: dijo que algunos de los preceptos que se aprobarán en el curso de la noche se alejan de los principios constitucionales.

Se asumió como político, como legislador, como docente congruente con lo que enseña en la unidad de posgrado en la Universidad Nacional Autónoma de México; dijo que de alguna manera es el pensamiento juarista el que lo lleva a tomar decisiones.

“Vengo, estimada Asamblea, a presentar un voto particular respecto del contenido de distintas disposiciones que se modifican o que se intentan modificar en seis ordenamientos jurídicos; cinco de ellos modifican el cuerpo normativo y uno es de nueva creación”. Dijo el senador de la República.

Con firmeza, aseguró que su decisión se toma “incluyendo los desenlaces, las consecuencias o lo que de ello resulte; así ha sido mi vida pública y política; nunca ha sido fácil para mí tomar decisiones y en el documento se expresa por qué razón creo que se vulnera la Constitución”.

Dijo que juró cumplir la Constitución, que no puede de ninguna manera burlar la firmeza de sus juramentos. Señaló la grandeza de Juárez y exclamó “¡Gigante, Juárez!”. Y adelantó que presentará un paquete de reservas.

El Salón de Plenos estaba en silencio, había expectación ante las palabras del legislador morenista y él llamó a sus compañeros a no extrañarse, que estaban en una cámara revisora y que como tal actuaría.

“Soy legislador y es un honor y un privilegio serlo. Soy académico y asumo con integridad lo que enseño y soy político, servidor público, el que corre riesgos”. 

Al final de la participación los aplausos estallaron en la sala. Monreal dijo que no era ingenuo y que sabía a la perfección a lo que se enfrentaba: “Lo único que quiero es que se respete la Constitución”, concluyó.

Esa fue una de las participaciones más esperadas en el Senado: todos sabían que bastaba un manotazo del coordinador morenista para que la asamblea votara en bloque a favor de las reformas que en comisión no tuvieron una sola corrección.

Pero para sorpresa de todos, Monreal Ávila dijo que presentaría un paquete de reservas en el momento procesal oportuno. Sucedió lo que nadie esperaba: el discurso frío, calculado, sopesado y alejado de la gritería morenista se escuchaba en el Salón de Plenos.

Apenas unos días atrás Monreal respondió en entrevista con El País sobre si extrañaba la cercanía presidencial: “Puede que sí, por supuesto, porque fue durante muchos años muy afable, muy sincera y cercana. La intriga palaciega fue la que me alejó de esta posibilidad. Y estoy muy tranquilo con mi conciencia”.

El nivel de confrontación con sus compañeros de partido ha subido de tono: se desmarca de la búsqueda de respuestas apresuradas y reconoce el intento de avasallar a la Constitución como mecanismo de doblegar la voluntad popular.

Pero también queda claro que su discurso es una repuesta clara y contundente a Adán Augusto, quien en los días previo rechazó que se hiciera la revisión a los paquetes que mostraban de manera clara inconstitucionalidades en la redacción de la propuesta legislativa.

Y de alguna manera, cuando dijo “sé a lo que me enfrento” hizo referencia a sus demás compañeros aspirantes a la candidatura presidencial de Morena en 2024. Les anticipó que no era ingenuo y que, a diferencia de ellos, él sostendría su juramento de proteger la Constitución.

La correlación de fuerzas al interior de Morena se empieza a modificar y eso tendrá, necesariamente, un impacto negativo en sus resultados. Más allá de si se aprueba la Reforma Electoral, el costo será una fractura que a toda costa buscarán minimizar.

Resuena en la bancada morenista, más que en otro lugar, la declaración fría, adusta y rebelde: “Lo único que quiero es que se respete la Constitución”.

 

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