· 
Hace (47) meses
Corazón-cerebro
Compartir:

Queridos lectores: el día de hoy escribiré sobre un tema por demás interesante: cómo se relaciona el cerebro con el corazón, qué impacto tiene esta relación en nuestras emociones y cómo con base en esta relación, tomamos decisiones.

Aristóteles decía que pensamos con el corazón y que el cerebro solo se dedica a enfriar la sangre que  viene caliente del corazón después de haber pensado.

¿No te parece una barbaridad que una de las mentes más brillantes de la historia de la humanidad haya comparado al cerebro humano con un radiador? Estarás de acuerdo en que Aristóteles, esta vez, estaba equivocado.

Diversos estudios han determinado cómo el corazón produce enfermedades neurológicas, como los accidentes cerebrovasculares, y cómo el cerebro produce enfermedades cardiológicas, como las arritmias. En este camino de la investigación me he llevado sorpresas, esa idea de que pensamos exclusivamente con el cerebro y que el corazón solo bombea sangre no es así del todo.

Por ejemplo: ¿cuántas veces te han dicho “decide con el corazón”? ¿Qué tiene que ver esta bomba de puro musculo con tomar una decisión? ¿O tal vez con las intuiciones, que es lo que necesitamos para tomar decisiones a veces?

Hay un estudio de la Universidad de Cambridge que revolucionó el tema de decidir con el corazón y abrió la brecha para algo que los científicos llaman “investigación sobre toma de decisiones”. En este estudio se les pidió a algunas personas que participaran en un juego en el cual tenían que tomar decisiones basadas en situaciones simuladas en una computadora y siempre había dos opciones entre las cuales tenían que decidir: una de ellas tendría un resultado positivo o favorable y la otra iba a tener un resultado desfavorable. Y mientras la gente jugaba, se les monitoreaban los latidos cardiacos para saber cómo reaccionaba el corazón justo antes de tomar una decisión, y lo que encontraron los investigadores fue que, antes de tomar una decisión que tendría un resultado favorable, el corazón latía de una forma específica; pero cuando iban a tomar una decisión que iba a tener un resultado negativo, latía de una forma totalmente distinta. Es decir que, aparentemente, el corazón sabía antes de que el cerebro fuera consciente si la decisión que se iba a tomar tendría un resultado favorable o desfavorable.

Existe un área específica dentro del cerebro que es el foco de muchas investigaciones y se llama ínsula. Se llama así porque es como una isla que está debajo de la corteza cerebral, oculta, y que está hiperconectada con todo el cerebro, es como si fuera un aeropuerto nacional, a donde llegan y de donde se van todas las conexiones. Pero la ínsula también está conectada con otros órganos, como el corazón y el intestino, entre otros, y por lo tanto también es un aeropuerto internacional  a donde llegan y de donde se van todas las conexiones que están fuera del cerebro.

Lo interesante de la ínsula, es que es pura neurona y el corazón es puro músculo. Te has de estar preguntando entonces cómo es que hacen para comunicarse estos dos órganos tan distintos. Y la respuesta te va a sorprender, porque tanto el corazón como el cerebro tienen neuronas, grupos de neuronas que tienen conexiones que vienen del cerebro. Entonces ¿qué pasó a lo largo de la humanidad para que la anatomía del corazón pasara a ser el símbolo universal del amor? ¿Qué tiene que ver el corazón con amar o enamorarse?

En otro experimento, les pidieron a algunas personas que llevaran fotos de alguien a quien amaran profundamente y de alguien que les fuera totalmente indiferente. Y les hicieron una resonancia magnética especial, que se llama funcional, que permite ver qué áreas del cerebro son las que se están activando ante determinados estímulos o determinadas acciones. Lo que se vio en este experimento es que cuando los participantes veían la foto de la persona amada, se iluminaban áreas relacionadas con el placer y con la recompensa. Y no casualmente una de esas áreas era la ínsula.

La ínsula parece estar involucrada en algunas funciones junto con otras áreas del cerebro que permiten que nos demos cuenta que estamos enamorados de una persona. Permite decir “esa es la persona de la que estoy enamorada o enamorado”. Además, por sus conexiones con el cerebro, el corazón y con el intestino, hace que cuando estamos con esa persona a quien amamos, sintamos taquicardia, palpitaciones  y esa sensación de “mariposas en el estómago”. Entonces, queridos lectores, nos enamoramos con el cerebro y no con el corazón.

Este grado de interconexión que hay entre el cerebro y se tiene con la ínsula hace que tenga repercusiones funcionales, pero que también haya repercusiones que puedan derivar en problemas de salud.

Por ejemplo: en la ciudad de Múnich durante los meses de mayo, junio y julio, la cantidad de infartos durante el 2003 se mantuvo constante, no hubo cambios, en el año 2005 pasó algo similar. Año 2006, mayo, continúa todo igual, junio y julio explota el número de infartos en Múnich. ¿Qué pasó? Como muchos recordarán fue el Mundial de Futbol (2006) y cada partido que jugó Alemania pertenece a los picos en esos meses, lo interesante es que el pico más alto se dio cuando se jugó el partido por cuartos de final Alemania vs Argentina.

Ese partido lo recuerdo porque un amigo lo estaba viendo en su casa, él estaba sentado frente al televisor y pasó viendo primer y segundo tiempo que terminaron empatados y la definición de los penales, ganaba Alemania 4 a 2, faltaba el último penal, Cambiasso se prepara para patear y está Lehmann en el arco de Alemania, patea Cambiasso, ataja Lehmann, clasifica Alemania, y mi amigo es el equivalente alemán del Tano Pasmann, pega el grito de su vida, libera toda la energía y toda la adrenalina que acumuló durante esos 90 minutos más los penales y en cuanto terminó de gritar la atajada del penal fue a parar directo al hospital por un infarto. Ese día se triplicó el número de infartos en la ciudad.

Este amigo es un ejemplo viviente de cómo algunas emociones que afectan a nuestro cerebro hacen que en forma transitiva terminemos teniendo un problema cardiaco. El estrés que tuvo, esa sobredosis de adrenalina, terminó comprometiendo al corazón y produciendo el infarto.

Entonces uno se plantea: ¿tenemos que resignarnos y aceptar que estamos expuestos a lo que este sistema tan complejo corazón-cerebro nos expone en cuanto a nuestras emociones? ¿O hay algo que se pueda hacer? La ciencia nos está abriendo muchas puertas, una de ellas es a técnicas milenarias, técnicas que por más que tengan miles de años es en los últimos años que se han investigado de manera seria e intensivamente. Una de ellas es el Mindfulness, una especie de técnica de meditación que permite que nos concentremos en todo lo que sucede a nuestro alrededor, en las sensaciones, en las emociones y en los mensajes de nuestro cuerpo. Ya después en otro artículo escribo sobre esto.

Como siempre, les deseo larga vida, salud y prosperidad, no sin antes recordarte que nos sigas en nuestra página de Facebook Reflexionando. Ando

Hasta la próxima.

Alberto Tristany Zarauza

 

Compartir:
Relacionados
title
Hace (2) meses
title
Hace (4) meses
title
Hace (4) meses
title
Hace (4) meses

© Copyright 2023, Derechos reservados | Grupo Criterio | Política de privacidad