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Hace (38) meses
¿Cómo alcanzar la felicidad?
Son regios los más a gusto con la vida; en CDMX, los menos
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Queridos lectores, el día de hoy voy a escribir un artículo donde me propongo explicar qué dice la psicología sobre estas dos preguntas: ¿qué es la felicidad y qué hacer para ser felices? La psicología clínica se ha centrado en paliar el sufrimiento psicológico, pero actualmente estas cuestiones las han abordado la psicología positiva y también la terapia de aceptación y compromiso. Desde ellas se plantea qué es la felicidad y qué podemos hacer para ser felices.

¿Es la falta de sufrimiento la felicidad?

Cuando sufrimos un problema psicológico llegamos a pensar que cuando desaparezca el sufrimiento que produce vamos a alcanzar la felicidad. Pero ¿es eso cierto? Cuando preguntamos a nuestros pacientes qué harán cuando superen la ansiedad o depresión o nuestro sufrimiento, que les está llevando tanto esfuerzo conseguirlo, muchas veces les parece una pregunta inútil que nunca se han planteado responder más que con una frase obvia: “Ser feliz”. Pero la felicidad no es solamente la ausencia de sufrimiento; si no existiéramos, no sufriríamos, pero tampoco seríamos felices, no sentiríamos ni alegría ni amor  ni ninguna emoción positiva, ni tampoco felicidad.

¿Qué es la felicidad?

La felicidad es un concepto resbaladizo, no hay una definición clara de ella. Actualmente el concepto de felicidad es más una teoría que un recetario sobre cómo alcanzarla. La psicología positiva ha dividido el problema de estudiarla en conceptos más sencillos y asequibles, como bienestar o calidad de vida y, entre otras cosas, se ha centrado en investigar las emociones positivas, que lógicamente tienen que estar ligadas a la felicidad. Así Seligman en su libro Authentic Happiness se refiere a la vida placentera que es una vida que maximiza las emociones positivas y minimiza el dolor y las emociones negativas, como parte de la felicidad.

Seligman las estudia en tres periodos: en el pasado, de donde surgen alegría, satisfacción y serenidad; en el presente, en el que surgen los placeres corporales, que son momentáneos y requieren aprendizaje y educación, y las emociones referidas al futuro, entre las que están el optimismo, la esperanza y la fe.

Pero Seligman no se queda en el aspecto temporal de la felicidad, nos enseña que existen tres tipos de felicidad:

La felicidad hedonista, es decir, la vida placentera, unida a los goces de la vida. Las emociones positivas son centrales en esta visión de la felicidad, que ve el placer como una de sus fuentes. Entre las emociones positivas que se generan en la búsqueda del placer cita Seligman: la alegría, la gratitud, la serenidad, la esperanza, el orgullo, la diversión, la inspiración, la sorpresa y el amor.

La felicidad que sentimos cuando estamos poniendo en marcha nuestras capacidades, comprometidos en una tarea que nos absorbe. Sentimos entonces que el tiempo se detiene, nos sentimos fluir. La sensación de fluir en la tarea hace que el tiempo transcurra veloz y las emociones positivas surgen cuando acabamos la tarea.

La felicidad de hacer algo que da sentido a nuestra vida. Se trata de hacer algo por alguien o por algo que consideramos que tiene un valor superior a nosotros mismos (Dios, la humanidad, los hijos, un ideal, un partido, etc.). Puede haber sufrimiento en lo que hacemos y las emociones positivas surgen cuando valoramos lo que hemos hecho o lo que estamos haciendo, que estará muy por encima de lo que hemos sufrido.

Para estudiar la felicidad, la psicología se centra en el estudio de las emociones positivas como medio de alcanzar la felicidad y considera que surgen asociadas al placer, también al compromiso con nuestros valores y a dar sentido a nuestra vida.

Las emociones positivas

Todas las emociones tienen una función positiva para la persona, por ejemplo, el miedo o la ansiedad son reacciones para enfrentarse o huir de una amenaza, lo que seguramente ha permitido a la especie humana sobrevivir. Incluso emociones que aparentemente nos llevan a la inacción tienen una función positiva. Por ejemplo, la tristeza tiene la función de pedir ayuda a los demás, porque si lloramos, despertamos en los demás la compasión y los movemos a ayudarnos. Otro ejemplo del mismo tipo es la depresión, que puede tener la función de reducir nuestra actividad ante el agotamiento de nuestras capacidades de lucha, con el objetivo de recuperar fuerzas.

Es lógico que, si estamos ante una amenaza, en consecuencia sentimos ansiedad, queramos dejar de sentirla, fundamentalmente porque eso significará que ha desaparecido la amenaza. En este sentido, podemos calificar las emociones como negativas cuando deseamos que desaparezcan. A la inversa, cuando queremos que permanezcan las consideraremos positivas. Por ejemplo, si sentimos alegría porque vemos a alguien querido, querremos mantener la emoción y, por tanto, consideramos la alegría como positiva.

Las emociones positivas no solamente nos provocan placer, también tienen efectos beneficiosos en nosotros más allá de las sensaciones que nos hacen sentir.

Se ha demostrado que nos hacen mas creativos tanto en el pensamiento como en la acción, neutralizan nuestras emociones negativas y potencian nuestra capacidad de recuperar nuestros estados psicológicos normales después de las desgracias y/o traumas que sufrimos. Además, la experiencia de emociones positivas se da junto con la mejora de nuestras capacidades personales, intelectuales, físicas, sociales y psicológicas.

Las emociones negativas son inevitables en nuestra vida, siempre se dará una pérdida, un fracaso, un error que nos las disparará. En consecuencia, la felicidad no puede depender de su ausencia, sino del equilibrio entre la cantidad e intensidad de las emociones positivas frente a las negativas que tengamos. Se ha realizado un modelo matemático que indica que para que se dé el crecimiento y desarrollo de la persona se tienen que dar las emociones positivas en una razón de 3 a 1 sobre las negativas (Fredrickson y Losada, 2005). De aquí la importancia que damos a fomentar en nuestros pacientes las emociones positivas para llevar una vida plena.

¿Qué puedo hacer para ser feliz?

Se han propuesto muchos métodos para incrementar la felicidad uno de ellos propone lo siguiente:

  • Estar activo y ocupado
  • Emplear más tiempo en actividades sociales
  • Ser productivo en un trabajo que tenga sentido para nosotros
  • Ser organizado y planificar las cosas
  • Parar la preocupación excesiva
  • No tener muchas expectativas ni aspiraciones
  • Desarrollar una forma de pensar positiva y optimista
  • Vivir el presente, el pasado ya fue y el futuro es incierto
  • Trabajar para conseguir una personalidad saludable
  • Fomentar una personalidad social y extrovertida
  • Ser nosotros mismos, es decir, elegir lo que hacemos y actuar de acuerdo con nuestros pensamientos y sentimientos
  • Tener pocos sentimientos negativos y problemas
  • Las relaciones intimas son la mejor fuente de felicidad
  • Valorar la felicidad

Las recetas para ser feliz abundan en cualquier libro de autoayuda o en los consejos que nos dan nuestros amigos; sin embargo, en el próximo articulo vamos a incluir aquellas conductas para aumentar nuestras emociones positivas, de las que se tiene constancia experimental de su eficacia.

Como siempre, te deseo larga vida, salud y prosperidad.

Hasta la próxima.

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