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Hace (12) meses
Ciento cincuenta y cuatro años de vida académica de la UAEH
Trece años de labor periodística de Criterio
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El pasado viernes 3 de marzo, se conmemoraron 154 años de la fundación del Instituto Literario y Escuela de Artes y Oficios anexa a ese plantel, convertido 92 años después, un 3 de marzo, pero de 1961, en la Universidad Autónoma de Hidalgo, institución que, a 62 años de esta última conversión, como lo apuntan las más serias mediciones de avance académico es una de las 10 mejores instancias de educación superior del país.

A poco más de siglo y medio de distancia de aquel momento fundacional, es importante reconocer el enorme servicio que prestaron a la naciente entidad los señores doctores: Miguel Varela y Marcelino Guerrero, así como el señor Agustín Cárdenas, iniciadores de la Sociedad Protectora de Educación Secundaria en el Estado Hidalgo, de la que emergió la propuesta para crear el primigenio Instituto Literario, al que se anexaron los estudios de diversos oficios, proyecto surgido de la doctrina positivista, impulsada entonces por el doctor Gabino Barreda —creador de la Escuela Nacional Preparatoria, que abriera sus puertas un año antes, el 3 de marzo de 1868—. Llama poderosamente la atención que el primer proyecto surgido en la vida institucional del estado de Hidalgo —creado unos días antes el 16 de enero de 1869— fuera precisamente en materia educativa, y en especial, de educación trascendental y profesional, cuyo objetivo fue crear a los hombres y mujeres que requeriría la naciente entidad hidalguense.

En este contexto de ideas, es importante destacar que el proyecto para la creación del instituto emergió de un grupo de ciudadanos preocupados por futuro de la naciente entidad, proyecto que hizo suyo el gobernador Doria, al sancionar su existencia y dotarle de un sitio para sus labores educativas, el viejo edificio de Abasolo 600, hoy Centro Cultural
La Garza.

Durante 92 años, aquel plantel desarrolló un interesante papel en la vida del estado, abrió la secundaria y el bachillerato y sancionó —con exámenes profesionales— los estudios de las carreras de licenciado en Derecho y Escribano Público, así como las de Ingeniería Minera, Topógrafo, Agrimensor y Ensayador de Metales, de las que años después llegaron impartirse clases, al lado de estas se creó también la carrera de profesor de instrucción primaria.

Foto: Especial

Pasó el instituto por momentos difíciles, sobre todo durante la década revolucionaria, cuando estuvo a punto de cerrar, y otros como el desmesurado proyecto que lo convirtió en Universidad del Estado en 1921, cuyo resultado fue un rotundo fracaso, que concluyó en 1925, al restablecerse el Instituto Científico Literario, de reconocida prosapia académica, que al conmemorar 75 años de vida —en 1944— creó los primeros años de estudio de las carreras de Medicina, Derecho e Ingeniería —de las que solo logró salir avante la primera—, instituto que logró su autonomía académica y administrativa en 1948 —hace 75 años—, concedida por el gobernador Vicente Aguirre, como reconocimiento de su enorme esfuerzo en la historia de la entidad.

Fue un 3 de marzo también, pero de 1961, cuando se instaló formalmente la Universidad Autónoma de Hidalgo. Parece ya distante aquel momento cuando con la representación del presidente López Mateos, el Lic. Jaime Torres Bodet, secretario de Educación Pública, inauguró los cursos de la nueva universidad, acompañado del primer rector de esta institución educativa —y su más entusiasta impulsor— el licenciado Rubén Licona Ruiz, quien pronunciaría como colofón de su intervención la extraordinaria frase que aún resuena en los oídos de todo universitario hidalguense, “Universidad de Hidalgo, dijo, ya eres dueña y señora del futuro de tus hijos”.

Desde entonces cada año se recuerda en esta fecha el derrotero de siglo y medio de acción académica universitaria y la mejor manera de hacerlo es el informe que sobre la marcha de la que es y ha sido la máxima casa de estudios del estado rinde ante su máxima organismo de gobierno, el Consejo Universitario, el rector de la misma, tal y como sucedió el viernes pasado.

La historia, en estricto sentido, es una ciencia de exactitudes, que no puede negar o afirmar aciertos o desaciertos, sin fuentes indubitables que permitan sustentar los datos; bajo este esquema, resulta sumamente ilustrativo contrastar números y estadísticas en la historia de nuestra máxima casa de estudios, el más importante y significativo es sin duda el de su matrícula, así, encontramos que el 3 de marzo de 1869 el Instituto Literario recibió tan solo a cuatro alumnos, que aumentaron durante el mes de marzo a 23, incluyendo becados, numero diametralmente distinto a los más de 67 mil 500 inscritos en 2023, en los diversos programas educativos de bachillerato, licenciatura y posgrado que se imparten en día.

Sin embargo, hay algo que permanece intacto entre aquel principio que dio vida al instituto y este presente que alienta el futuro de la universidad hidalguense, ambos momentos son animados por el lema positivista de “Amor, orden y progreso”, que inspira la entrega y pasión tanto de quienes se forman en sus aulas como de quienes hacen de estas un espacio para la reflexión del conocimiento.

Felicidades, pues, a nuestra Universidad Autónoma de Hidalgo; felicidades a sus maestros, a sus alumnos, a sus investigadores, a sus autoridades; marzo es siempre una gran oportunidad para recordar al alma mater de miles de profesionistas hidalguenses.

La fotografía que ilustra esta columna corresponde a una añorada imagen del edificio universitario, procedente del año de 1920, edificio que es hoy sede del Centro Cultural Universitario, ubicado en el cruce de las calles de Doria y Abasolo.

 

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