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Hace (39) meses
Biden, AMLO, Cienfuegos
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He aquí un triángulo más catatónico que el de las Bermudas, donde al interior juegan con gelinita como si fuera plastilina.

Es obvio que al momento de escribir estas líneas no sabía qué diría exactamente Joe Biden al asumir esta mañana como presidente de los Estados Unidos de América. De lo que sí estoy seguro es que hay un peleador de peso gallo —bueno, tal vez welter— ansioso de subirse al ring para enfrentarlo. Como cuando aquella insensatez de Mantequilla que fue demolido por tres mandarriazos de Monzón que le aventajaba con medio metro en estatura y 10 kilos de peso.

Es evidente que nuestro Presidente de los Estados Unidos Mexicanos tiene nada por ganar y todo por perder, al menos este día: si Biden no menciona a México, malo porque nos estaría ignorando por completo; si hace una mención negativa, más malo todavía, porque implicaría una declaratoria de guerra; pero si se le ocurren palabras elogiosas, peor, porque significaría una cachetada con guante blanco, que nadie se atreverá a recoger.

A ver: López Obrador no habla inglés; pero tampoco habla el lenguaje de Biden. Está claro que son dos estilos de gobierno que se anticipan no solo diferentes sino opuestos y hasta confrontados, excluyentes: en la pandemia Biden le está apostando recursos gigantescos a una recuperación lo más rápida posible al costo que sea en apoyos a empresas e individuos, AMLO está destinando la mayoría de sus finanzas a sus tres obras intocables; Joe va con todo por las energías limpias, Andrés Manuel ha echado su resto al carbón del norte y al petróleo del sur; en uno de sus discursos recientes, Trump le agradeció a su amigo que enviara 27 mil soldados a la frontera para taponar el paso de migrantes centroamericanos, mientras que Biden ha prometido regular la situación migratoria de 15 millones de ilegales que ya están en los Estados Unidos y va a instalar una oficina especial a cargo de la exembajadora de grata memoria Roberta Jacobson para resolver problemáticas de la frontera con México, que seguro incluirá la ignominosa herencia del muro de Trump tolerado por López Obrador; otro tema candente sin duda alguna será el del outsourcing tan demonizado por la 4T y que será defendido a rabiar por el nuevo habitante de la Casa Blanca, en tanto que la inmensa mayoría de sus empresas agrupadas en el T-MEC ya han amenazado con salirse de México si se les prohíbe la práctica universal de la subcontratación. Una vez más espantando las inversiones con el cuento de una soberanía populista.

Pero tal vez el diferendo más grave y sensible sea el tema de la seguridad, encarnado en el caso Cienfuegos.

Porque ahora resulta —según el evangelio de Andrés Manuel— que en los Estados Unidos inventaron y le fabricaron delitos al exsecretario de la Sedena; que fue una investigación falsa y falta de ética profesional. Y que por eso ha sido un acto de justicia y valor el difundir todo el expediente confidencial que nos enviaron con la devolución del general. Para colmo, sale el fiscal Gertz Manero a tachar de cobarde al gobierno estadounidense al decir que “se rajó” en este asunto; y por ello, la exoneración fast track en México.

Total: ya les dieron los aeropuertos, los puertos, el tren, las calles, las ciudades. Así que solo falta el mando. El mando total. El mando absoluto.

PD. Con un añadido escalofriante, legado de los dictadores del sur: si no puedes con los problemas de adentro, inventa que el enemigo está afuera.

Ricardo Rocha

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