Sentado en un montón de tierra seca, al borde de los que hasta hace algunos meses fue una pequeña represa, don Manuel observa con ojos cansados como la sequía una vez más se chingó la cosecha de maíz. Por falta de agua la planta no creció y ya para estas fechas las lluvias no dan señales de llegar, lo que preocupa a los campesinos.
Pocos saben de las angustias de don Manuel que una y otra vez hace cuentas y nomás no salen los cálculos, porque lo invertido en su tierra otra vez se perdió.
Es la realidad de los verdaderos hombres del campo, esos que los políticos se llenan la boca diciendo que trabajan para los pobres, son ellos a los que las promesas de las corcholatas no alcanzan porque para esos hombres y una mujer que aspiran ganar la presidencia, don Manuel es invisible.
Mientras recoge algunas plantas tratando de darles vida con sus manos curtidas por el sol que cae a plomo, don Manuel deja salir el coraje de saber que una y otra vez lo han engañado, como siempre ha ocurrido.
Ya encabronado, don Manuel reclama: “¿Dónde están esos apoyos que nos prometieron para el campo?”.
Y pasaron casi cuatro años de sequía y nomás no vemos claro que se cumplan los ofrecimientos de que ahora si habría una recuperación del campo.
De nada sirvió acompañar a los candidatos que aseguraban nos iban a rescatar de la miseria, porque ahora, cuando en verdad los necesitamos, resulta que ya ni nos conocen, comenta decepcionado don Manuel.
Como siempre ocurre, los campesinos se tienen que rascar con sus propias uñas y deben enfrentar con valor y huevos la nueva desgracia del campo.
Una infame ola de calor, donde los termómetros marcaron en algunas regiones hasta 40 grados, evidenció la ya grave situación del campo.
Los calorones no solo evaporaron la poca agua de los jagüeyes y de las represas, sino que también cancelaron las esperanzas de tener un poco de maíz para pasar lo que falta del año, hasta que, con el favor del cielo, pudieran lograr una segunda cosecha.
Pero eso nunca pasó.
Hoy los campesinos en algunos municipios perdieron el 90 por ciento de sus cultivos y sin dinero para poder invertir de nuevo, ven difícil poder recuperarse.
Don Manuel no puede creer que mientras él ve desaparecer la poca esperanza de tener alimento para su familia, haya un pequeño grupo de aspirantes a ganar la presidencia, viajando con todo lujo por el país para, según ellos, conocer la realidad, gastando un dinero que seguramente no es de ellos, en tanto el campo este desapareciendo y solo queden un desierto agreste y sin vida.
¿Qué no están viendo como está la situación del país?
¿Qué no para eso sirven las redes sociales, afirma don Manuel, que con la experiencia que dan los daños, también sabe algo de las nuevas tecnologías?
Me cae que los 20 millones que les dieron a los que les dicen las corcholatas podrían servir para que muchos campesinos saliéramos del problemón que ha dejado la sequía y la tercera ola de calor que nos pasó a chingar a todos, asegura don Manuel lanzando con rabia las plantas de maíz que ya murieron por falta de agua.
Son más de 250 mil hectáreas de cultivos afectadas por la sequía severa de que se tiene memoria.
A sus casi 70 años, don Manuel no recuerda unas temperaturas tan altas y un calor que emergía de la tierra y sofocaba.
La esperanza es que llegue la lluvia para aliviar el bochorno.
Esperar apoyo de quienes les prometieron ayudarlos si les daban el voto, esa es otra historia.
Palabras más, palabras menos.
Un abrazo solidario al profesor Bonfilio Salazar, quien perdió a la compañera de su vida, la profesora Nohemí. Querido profesor, entiendo su dolor y sé que solo el tiempo le dará consuelo.
Espero sus comentarios. Fb: bertha alfaro
