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Hace (47) meses
Alfonso Romo: solo, enojado y decepcionado
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En las redes sociales circula, a modo de broma, una ficha de Alfonso Romo que emula a las del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas. Y es que al jefe de la Oficina de la Presidencia y enlace con empresarios no se le ha visto públicamente desde hace ya varias semanas, incluso antes de que estallara la emergencia sanitaria por el brote de coronavirus.

Fuentes cercanas al empresario aseguran que no está nada contento con la forma en que se está enfrentando la crisis de salud y mucho menos la económica, por lo que ha preferido mantenerse fuera de los reflectores, e incluso tiene ya poco trato con el presidente.

A inicios de abril, cuando la epidemia del Covid-19 obligaba a cerrar negocios y suspender actividades no esenciales, Romo permaneció en la Ciudad de México. Todavía asistió a un par de reuniones con empresarios y el presidente Andrés Manuel López Obrador. Una de ellas fue con los directivos de la empresa estadunidense Constellation Brands, a la que el gobierno federal le canceló una planta multimillonaria en Baja California mediante una consulta popular irregular.

Fue precisamente ese anuncio de cancelación de una inversión de 900 millones de dólares lo que le hizo ver a Romo que el presidente nunca iba a hacer a un lado sus desplantes autoritarios, de manera que la relación con los empresarios (los multimillonarios y los representantes de las cúpulas como el CCE, el CMN, la Coparmex, la Concamin y la Canacintra) nunca sería cercana ni de estrecha colaboración.

Tras esa reunión, Romo decidió partir a su tierra adoptiva: Nuevo León. Se fue a refugiar a su club hípico La Silla, ubicado a las afueras del municipio más rico de México, San Pedro Garza García, donde también tiene propiedades, aunque prefiere su rancho.

“Poncho está molesto y decepcionado”, dice uno de sus más cercanos amigos y colaboradores. Se refiere no solo a los desplantes públicos que le ha hecho el presidente desde la cancelación del aeropuerto de Texcoco, sino a que su función como enlace con el sector empresarial ya quedó completamente desacreditada. Romo sabe que ya nada tiene que hacer como jefe de Oficina del Ejecutivo y menos como vínculo con la iniciativa privada, pero ni así lo deja ir el presidente.

Otra fuente cercana a Palacio Nacional dice que la renuncia de Romo en estos momentos, si bien no sería un golpe como que se fuera el secretario de Hacienda, sí mandaría otro muy mal mensaje a los inversionistas. “Al presidente no le gusta que se le adelanten; por eso no le acepta la renuncia a nadie, él siempre quiere ser el que decida cuándo y cómo”.

Romo estuvo dos semanas en Monterrey y regresó hace unos días para preparar el anuncio de inversión en el sector energético que lleva aplazándose desde el año pasado. Sus cercanos creen que puede ser el último anuncio que dé, puesto que ya se había comprometido con los empresarios del sector. Tras este acuerdo, que va a presentarse hoy o a más tardar la próxima semana, el futuro de Romo es incierto.

Ya está rebasado en la relación con los empresarios incluso por Marcelo Ebrard y por el consejero Jurídico, Julio Scherer. El canciller, en tan solo tres semanas, registra ya logros que Romo no ha podido concretar en más de un año de trabajo, como el acuerdo de subrogación de servicios de salud con la Asociación Nacional de Hospitales Privados, en el que contó con el apoyo del empresario Olegario Vázquez Aldir.

También hace poco dejaron fuera de la banca de desarrollo (de Nafin-Bancomext) a su amigo Eduardo Nájera, quien se refugió en la Oficina de la Presidencia; mientras que otro de sus cercanos, Adalberto Palma, renunció a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores tras la trágica muerte de su hermano.

A finales de octubre, en una reunión con empresarios del sector inmobiliario y financiero, Romo se sinceró: dijo que él seguiría al frente de la representación empresarial dentro del gobierno hasta que ellos le perdieran la confianza o el presidente.

“El día que el presidente me deje de tener la confianza o que me dé cuenta que no me tiene confianza, o el día que ustedes me pierdan la confianza, entonces me voy”, dijo Romo Garza en la reunión privada.

Según los cercanos a Romo y algunos empresarios consultados, ese día ya llegó.

Mario Maldonado

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