El hecho de que algunos sigan desinformando es inconcebible, especialmente en nuestra pandémica actualidad.

Hay quienes dan consejos médicos falsos y peligrosos. Muchos otros fomentan el odio hacia un grupo de personas.

Recuerdo los inicios de las plataformas sociales, como Latin Chat o Terra, antes que Facebook o incluso que Hi5. Si dicho contenido se hubiera compartido a través de uno de los foros de Internet o un grupo de discusión en línea, un moderador lo habría eliminado.

Las cosas empiezan a cambiar. En México, la UNAM y el Conacyt presentaron esta semana Tlatelolco Lab, un laboratorio digital dedicado a los diversos fenómenos que ocurren en el entorno sociodigital y ofrecerán también, una herramienta abierta para el análisis de datos de Twitter, para que los usuarios hagan sus propias interpretaciones.

En tiempos en que las noticias falsas se transmiten con mayor velocidad que un virus, algunos de los gigantes mundiales de las redes sociales están prestando más atención al contenido publicado en sus sitios. Empresas como Facebook y Twitter incluso suspendieron la cuenta de Donald Trump, siendo aún presidente de Estados Unidos.

La semana pasada, Facebook anunció que tomaría medidas enérgicas contra la información errónea sobre las vacunas en su plataforma. Este anuncio va en línea con otras acciones de la red social para ejercer más supervisión y agregar etiquetas de advertencias a las publicaciones que promocionan contenido inexacto o engañoso.

Si las publicaciones anti-vacunas y anti-pandemia están prohibidas hoy, ¿se prohibirá mañana el contenido sobre religión o política?

Y es que hay muchos usuarios que se sienten libres e identificados cuando navegan por Internet. Si la decisión de las plataformas de redes sociales es bloquear cierto contenido, esto no disminuirá los deseos que tienen las personas de expresarse e identificarse con aquellos que tienen las mismas posturas. Estas personas migraran a otras plataformas.

Las redes sociales no son las únicas opciones para los usuarios que buscan expresarse o identificarse con otras personas que tengan pensamientos afines, por extremos que sean, como muchos de los que asaltaron el Capitolio de Estados Unidos tras el discurso del presidente saliente Donald Trump.

Hay otras plataformas que permiten a los usuarios registrados publicar con poca o ninguna moderación. Estas redes sociales sin filtros, están atrayendo a internautas, sobre todo, los que apoyan teorías conspirativas, seguidores de la extrema derecha y aquellos que publican contenido que sería retirado de las grandes redes sociales.

A pesar de que estas plataformas son todavía muy pequeñas comparadas con Twitter o Facebook, podrían ver que su demanda aumente exponencialmente en un eventual mercado digital que exija filtros.

Además, si una publicación es rechazada por inexactitudes, esto jugará en manos de los teóricos conspirativos que afirmarán que las redes están confabuladas con los que sospechan que son los malos de la historia.

La pregunta es si la mayoría de los usuarios quieren una plataforma sin filtros, sin importar lo que vean, o si en cambio prefieran que sus publicaciones sean supervisadas en las redes sociales.