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Hace (11) meses
Al diablo con sus instituciones
Marco Moreno
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La vida institucional del país se encuentra en un túnel de decisiones, acuerdos y reformas que nos dejan ver un México diferente al que conocíamos apenas hace una semana. La confrontación que mantienen los poderes Legislativo y Ejecutivo contra el Judicial habla de un periodo bastante escabroso para el país.

Podría considerarse el punto más álgido desde la radicalización del presidente de la República una vez que su movimiento fue derrotado en las elecciones de 2021.

Sin más cortinas de humo qué poner frente a la ciudadanía, la cortina de humo fue la salud del mandatario. Mantener un silencio de más de 72 horas en torno a lo que sucedió en la gira de supervisión del Tren Maya impulsó los rumores, las especulaciones, sobre lo que en verdad aconteció.

Ese tiempo se usó para lograr la aprobación abrupta de leyes por parte del Senado, en donde se violentaron procesos y trámites legislativos para cumplir la petición del presidente, hizo, por lo menos, desaparecer al Poder Legislativo y sumarlo como un coro de voces obedientes y dóciles frente a su investidura.

El retorno del presidente a sus labores cotidianas con un “cuanta imaginación tienen nuestros adversarios” deja en claro que la ausencia fue un distractor.

Por otro lado, los integrantes de su movimiento, agrediendo a personal de la Suprema Corte y gritándoles corruptos, no son sino el resultado de la ofensiva del ala más dura del obradorismo y de la insistente descalificación presidencial sobre los ministros de la Corte.

El Instituto Nacional de Transparencia, sin funcionar, por una decisión del presidente; más que eso: una orden para que se mantenga en ese estado y deje de dar respuesta a las solicitudes de información sobre las actividades del gobierno.

Un Ejército y una Marina económicamente empoderados, adueñados de una gran cantidad de obras, de recursos y de decisiones, nos muestran a un Ejército que empieza a tomar las riendas de la vida pública del país y, con ello, la Cuarta Transformación de la vida pública del país se queda en una lastimosa militarización.

No hay, en ningún lado, la transformación que se había prometido, solo el recuerdo de aquel grito: “¡Al diablo con sus instituciones!”. Y, ahora, desde la presidencia, las está mandando al diablo bajo la certeza de que no son necesarias más, porque la corrupción, la delincuencia y la traición no existen.

Bueno, sí, pero enfrente, en los otros, los conservadores, los corruptos de siempre; los que, por cierto, no atinan a responder a ninguno de los lances del presidente y cada día parece que se debilitan más.

Ni se dan cuenta de que el presidente, al pedir que haya elecciones libres en el Estado de México y en Coahuila, pide que los votos que haya sean pensando en la Transformación, lo que, por supuesto, nos deja pensando sobre la libertad de la que habla. Pero además lanza una alerta sobre posibles fraudes.

El escenario de México empieza a cambiar, del partido de Estado que encabezaba el PRI al partido total que pretende ser Morena.

Si logra mandar al diablo a todas las instituciones, como es su propuesta, reformar la Suprema Corte, porque le parece corrupta y entregada a intereses oscuros o desaparece el INAI, porque solo usa los recursos públicos para oponerse a su gobierno, el escenario será mas tenebroso que aquel que nos prometió combatir.

Es tiempo de decirlo: el presidente se radicalizó después de la derrota de 2021, y esa radicalización lo ha llevado a denostar, a descalificar, a señalar a quienes piensan diferente como traidores.

Ha dicho que no tiene adversarios, pero furibundo señala a quienes denuncian hechos graves de su gobierno. Cada día son más las voces que guardan silencio frente al despliegue de una campaña constante para lograr un pensamiento único en el país.

Es claro con sus aspirantes a la presidencia: “Hay que esperar, es muy importante, por ejemplo, para los jóvenes primero que sepan la importancia que tiene el manejo de los tiempos en política. Política es tiempo, entre otras cosas, eso, para los jóvenes, entonces, hay dos elecciones en puerta”, les dice.

Y remata: “También es importante que se sepa que son elecciones en dos estados, pero que tienen una repercusión política en lo nacional”.

En el andar se burla de la presidenta del Suprema Corte, amaga a sus aliados, pareciera que ya no le hacen falta. Sigue teniendo el control, sigue siendo el que dicta los tiempos, el que señala el camino, el que anda sobre el delgado filo que divide la democracia del autoritarismo. Lo sabe y lo disfruta.

Marco Moreno

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