En 2003, surgió en China la pandemia del SARS (Severe Acute Respiratory Syndromes, por sus siglas en inglés), un virus que se propagó muy rápido en Asia y que llegó a varios países, causando la muerte de 774 personas, según la Organización Mundial de la Salud. En su momento, se activó la emergencia mundial; médicos e investigadores de todo el mundo participaron para contener esta enfermedad y lo pudieron lograr. Se estima que, además de las vidas humanas, esta epidemia tuvo efectos sociales en la población derivado del pánico que se generó y hubo billones de dólares en pérdidas económicas, principalmente en China.
En 2009, también fuimos testigos de la pandemia de la Influenza A/H1N1, en donde fallecieron más de 2 mil 185 personas en el mundo y en México; al mes de agosto de ese año, se registraron 146 defunciones. Al igual que el SARS, esta epidemia provocó el aislamiento de muchos pacientes y se tomaron medidas tales como las de evitar eventos masivos o lugares donde se pudieran concentrar personas. Esto derivó en un impacto muy negativo para sectores como el gastronómico, hotelero, plazas comerciales, etc… De igual manera, recordarán que se suspendieron los cines. En el caso de nuestro país, el flujo de visitantes extranjeros se detuvo, por lo que esta actividad registró muchas pérdidas. Después de varios meses y un gran despliegue de médicos, investigadores y de llevar a cabo la logística para la distribución de medicamentos se pudo contener esta enfermedad.
Esta semana nuevamente se encendieron los focos rojos a nivel mundial por la aparición de un nuevo Coronavirus que surgió en China y están haciendo todo lo posible para contenerlo. Si algo han aprendido nuestros amigos asiáticos es enfrentar y contener la propagación de nuevos virus. En México se encendió la alarma por un probable caso que afortunadamente no se confirmó que se tratara de este virus. Nuevamente, nuestro sistema de salud federal y los estatales, en este caso el de Tamaulipas, siguieron los protocolos para evitar un escenario que pudiera convertirse en algo grave. A través de los años, los responsables de las áreas de salud han adquirido la experiencia necesaria para enfrentar este tipo de situaciones. No debemos caer en pánico, pero sí seguir todas las recomendaciones para que, en el caso de que llegará este virus a nuestro país, estemos preparados. Va a ser muy importante que los nuevos funcionarios de salud tanto a nivel federal como estatal tengan prevista toda la logística que se requiere en caso de que surja una pandemia en México y esto conlleva a tener recursos económicos suficientes para ello. Desafortunadamente, tenemos el reciente antecedente de lo que pasó con el Dengue en nuestro país, en donde se observó un incremento de más del 150 por ciento de defunciones, pasando de 75, en 2018, a 191, en 2019. Lamentablemente no se dio a conocer o al menos no se comunicó tanto, derivado de la atención a otros temas de la agenda pública nacional. Esperemos que, de darse el caso y llegue este nuevo virus, el gobierno no escatime en recursos tanto humanos como materiales. Existe mucha experiencia y capacidad de respuesta en los equipos que se conformaron para enfrentar la influenza A/H1N1. No estaría de más que los gobiernos echen mano de aquellas personas a las que, por algunas circunstancias, decidieron prescindir de su trabajo. Todavía estamos a muy buen tiempo.
