¡Campañas desangeladas!
 
Hace (71) meses
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Muy atrás, quedaron aquellas épocas en que las campañas presidenciales abarrotaban cualquiera de las ciudades de la república, ya fuera con partidarios plenamente convencidos o con acarreados desde comunidades, que incluso no hablaban el español, ni entendían palabra alguna de los discursos de los candidatos. Muy atrás han quedado los alborotos por ver de cerca al que era el posible presidente de nuestro país.
Sin poder precisar exactamente si fue a finales de 1993 o principios de 1994, Luis Donaldo Colosio estuvo en nuestra ciudad capital para uno de sus mítines, salió de las oficinas del PRI estatal, que se encontraba frente al Parque Hidalgo, dirigiéndose a pie por la calle Belisario Domínguez. Recuerdo que yo iba caminando junto con mi actual esposa, en contrasentido a una gran multitud que venía hacia nosotros. Por un momento no sabíamos que pasaba, pero ante las banderolas y los gritos de apoyo a su candidato, rápidamente identificamos a Colosio; lo vi pasar a escasos dos metros de mí, en medio de una turba de personas, queriendo por lo menos tocarlo.
Pero en la actualidad es completamente distinto. Las presentaciones de “los mesías” con grandes multitudes quedaron en el pasado; al electorado ya no le interesa participar en dichos shows, al igual que los partidos políticos ya no quieren evidenciarse tanto al acarrear gente para llenar sus foros. “La guerra” se ha trasladado a las redes sociales, a los programas televisivos y de la radio, con la participación de los presidentes o emisarios especiales de los partidos.
Estas primeras semanas se han visto muy desangeladas las campañas, con propuestas muy generales, nada en concreto de lo mucho que ofrecen para sacar al país adelante, como tanto pregonan en sus discursos. Lo que ha prevalecido son las descalificaciones mutuas. Pero hay algo que se da en todas las ciudades y con todos los partidos, la baja asistencia de electores. Ahora difícilmente se pueden contar por miles en todas las locaciones.
La problemática no solo es la baja participación en las campañas, sino también el gran abstencionismo que hay al sufragar el día de las elecciones, pues este rebasa el 50 por ciento del padrón electoral. La gente ya no cree en las instituciones electorales, léase INE, dado que desde hace varios sexenios ha dado de qué hablar en la administración de sus procesos, donde ha quedado la duda de un posible fraude en varias de ellas, además de que en la actualidad dio la posibilidad de estar en las boletas a otro candidato independiente, aun cuando en el proceso se le cancelaron miles de firmas por irregularidades.
Ya nadie cree en los políticos. Eso se ve reflejado en los comentarios que se hacen en cualquier reunión, ya sea familiar o con amigos; hay un descontento general y, por ende, un desinterés por todo lo que huela a políticos, mítines, discursos, campañas electorales, etc. El próximo domingo es el primer debate, el primer “examen laboral” a los aspirantes (o suspirantes) al máximo peldaño politiquero en nuestro país. A nosotros, como electores, solo nos queda ver quien puede ser la opción menos peor, para así decidir e ir a votar este próximo primero de julio. El letargo que hasta ahora tenemos los posibles votantes, se lo debemos a los candidatos, veamos si este domingo nos despiertan un poco o nos envían a un sueño largo y profundo. Vivamos juntos el aquí y el ahora.

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