Arteria que une al Norte con el Sur en la ciudad de Pachuca, la calle de Guerrero, designada como Julián Carrillo —entre Loreto y la Justo Sierra— y prolongada desde la explanada del Palacio de Gobierno hasta Plaza 2000 como avenida Juárez y más adelante, como bulevar Felipe Ángeles, recorre toda la mancha urbana de Pachuca y es, tal vez, como puede verse en los planos más antiguos de la ciudad, una de la vías mas antiguas, junto con las calles, Real —Hidalgo— Derecha —Morelos— y de la Estaciones —Allende— todas paralelas a ella.
Bautizada en principio como Camino a México —lo que puede constatarse en la documentación existente en el Archivo Histórico del Poder Judicial del Estado de Hidalgo—, fue desde siempre el sitio que recorrían los visitantes al arribar a este antiguo Real de Minas y también el obligado paso al salir con rumbo a la capital de la república, al menos hasta diciembre de 1886, cuando el general Francisco Cravioto, inicia todo un programa para renovar la nomenclatura de Pachuca, que tuvo como objetivo cambiar los antiguos nombres de calles como: Paso del Caballito, de Las Cajas, empedradillo de Las estaciones y otras por el estilo; con el nombre de grandes héroes de la patria —Morelos, Hidalgo, Matamoros, Allende y Guerrero— sin descartar a los próceres de la revolución de Tuxtepec que llevó al general Díaz a la presidencia de la república y entre los que se encontraban los amigos y antiguos compañeros de armas del general Cravioto.
Un año después, en 1887, aparece por primera vez el nombre de Vicente Guerrero, para designar al antiguo Camino a México, en su tramo del edificio de las Cajas Grandes —hoy escuela Justo Sierra— hasta los patios de la estación del ferrocarril Hidalgo, —ubicada donde actualmente se encuentra el Palacio de Gobierno del estado— desde donde arrancó la avenida Juárez, en tanto que el trayecto existente entre la hacienda de Loreto y la actual escuela Justo Sierra continuó con el nombre de El Progreso, en razón encontrarse ahí la puerta de acceso a la hacienda de beneficio de ese nombre.
En los primeros años del siglo XX, la calle de Guerrero fue asiento de importantes comercios, solo en el tramo comprendido entre las actuales calles de Julián Villagrán y Doria, a partir de la cual las negociaciones mercantiles disminuían de manera patente, como se observa en las placas fotográficas de la época, en las que se aprecia un buen número de casas habitación, muchas de buena factura arquitectónica y de gran tamaño.
A partir de aquellos años se mejoraron paulatinamente los servicios de la calle de Guerrero, que paulatinamente se transformó en una de las principales vías comerciales de la ciudad, como lo es hoy, a grado tal que los propietarios de los giros ahí asentados, estudian convertirla en área peatonal —al menos los fines de semana— lo que seguramente se coadyuvará a acentuar su protagonismo comercial.
La transformación de esta arteria en los últimos cien años se debió sin duda a la construcción del mercado Barreteros en 1927, a partir de cuando empezaron a establecerse, farmacias, panaderías, pulquerías, estudios fotográficos, talabarterías y tiendas de ropa, sumadas a las salas cinematográficas más concurridas, el cine Iracheta y el Pineda, más tarde Alameda, que se sumaron a los restaurantes El Patio, El Rinconcito, El Merendero, El Camello y otros servicios y comercios.
Las placas que ilustran esta columna corresponden a la calle de Guerrero en 1928, recién inaugurado el mercado de Barreteros y la misma arteria en 1929 a la altura de los baños Guerrero.
