AMLO perdió y decepcionó
 
Hace (47) meses
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Salvador García Soto
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Cuando el presidente citó a Franklin Delano Roosevelt como “el mejor presidente en la historia de Estados Unidos”, invocaba al político que aplicó el modelo keynesiano para crear el Estado de Bienestar, reconfigurar la economía devastada por la Gran Depresión y golpear con la intervención estatal al liberalismo ultraortodoxo norteamericano; pero si su invocación iba encaminada a autoerigirse como el “Roosevelt mexicano” en estos tiempos de crisis, incertidumbre y recesión nacional y mundial por el coronavirus, a López Obrador le quedó muy chico su mensaje de ayer para estar a la altura del líder que hoy no están viendo en él la mayoría de los mexicanos.

Si cuando se declaró, el pasado 30 de marzo, la “emergencia nacional” por la pandemia de Covid-19, la ausencia del presidente en la emisión de ese mensaje sorprendió y significó la primera oportunidad perdida para rectificar su actuación errática y sus comentarios lamentables y colocarse por fin al frente de la crisis sanitaria y social, ayer domingo, Andrés Manuel perdió una segunda y, tal vez, última oportunidad de hablarle a todos los mexicanos, para que todos lo vieran como el timonel que nos puede sacar a flote del maremágnum en el que estamos inmersos.

Del mismo tamaño del que se veía su imagen solitaria en el patio vacío del Palacio Nacional, así de minúsculo y decepcionante resultó el discurso pomposamente llamado Informe Trimestral de Gobierno. Cifras y más cifras, programas y apoyos sociales para describir a un país que en la retórica presidencial “va muy bien” y no tiene miedo ni temor alguno.

López Obrador perdió ayer, con su mensaje, el apoyo de un sector cuyo voto fue clave para que él ganara el poder: la clase media, a la que le negó cualquier tipo de apoyo fiscal o de estímulo y ayuda a empresas pequeñas y medianas que generan más del 75 por ciento del empleo. En cambio, decidió apostar su resto, apenas en el segundo año de gobierno, por su base social histórica, su clientela política más fiel y ofrecerles que para ellos sí habrá apoyos y créditos, que el gobierno creará 2 millones de empleos.

Esos apoyos a microempresas, que son generadoras de empleo y a las que va a ayudar el presidente con sus créditos, son en su mayoría, más del 50 por ciento de changarros que están en la economía informal, lo que nos llevaría a una “changarrización” de la economía del país, muy al estilo de la “economía social” que pregonan los teóricos e ideólogos de la 4T, pero significará la muerte de muchos otros negocios formales y de empresas pequeñas también, pero que no alcanzarán los apoyos gubernamentales. A eso se refería el presidente con su polémica frase de que la terrible crisis de salud y económica “nos vino como anillo al dedo”: a que su administración ha decidido, en medio del diluvio global que se avecina, aplicar una especie de “darwinismo económico”, en el que sobrevivan los que puedan.

Al final, la paradoja terminará siendo que, quien tanto crítica y detesta a los neoliberales por ortodoxos, ahora con su 4T caminando incluso por encima de los muertos, ya sean humanos o económicos, está demostrando ser mucho más ultraortodoxo al decidir no mover ni un ápice sus prioridades. Es López Obrador salvando solo a sus más fieles, mientras al resto de los mexicanos, que son mayoría, les grita desde arriba, en un arca por cierto construida con el dinero de todos: “Sálvense solos y háganle como puedan”.

Salvador García Soto

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