‘Also Sprach Zarathustra’
 
Hace (69) meses
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El gran filósofo, escritor y pensador alemán, Friedrich Nietzsche, en su obra “Así habló Zarathustra” (Also Sprach Zarathustra) articula una idea, un concepto genial tan vá- lido en su época como ahora lo es en la nuestra. Partiendo de las ideas de un profeta antiquísimo, pero seminal de la antigua Persia –también conocido como Zoroaster, quien postuló que la vida es una lucha eterna entre la verdad (asa) y la mentira (druj)–, Nietzsche dijo en esta obra que “una tabla de valores cuelga sobre toda gran persona”. Afirma que lo que es común entre diferentes pueblos es el acto de crear valores, aunque éstos sean diferentes entre sí, y estima que lo que hace grande al hombre no es el contenido de sus creencias, sino el acto de valuar. De esta forma, los valores que una comunidad se esfuerza en vivir no son tan importantes como la voluntad colectiva explayada en intentar hacer estos valores una realidad vivible. Para Nietzsche, la voluntad de llegar a ellos (los valores) es más valiosa que la meta misma. Disculpen ustedes, amigos, la forma tan indirecta en la que arribamos al tópico de hoy: la libertad que asiste a cualquier ciudadano de expresarse en discordancia con cualquier pensamiento, filosofía, programa o persona. El hecho de que el disidente sea EMPRESARIO no lo despoja del derecho –incluso quizás la obligación– de expresar su manera de pensar. Nos referimos, como ya habrán adivinado, amigos lectores, a todos aquellos ciudadanos que se han pronunciado contra el POPULISMO. Muchos infieren, probablemente de manera correcta, que quienes alertan contra el populismo disienten de los pronunciamientos o valores que representa el superlíder de las encuestas presidenciales rumbo a la elección presidencial del 1 de julio, Andrés Manuel López Obrador. Si aplicamos a este fenómeno –llamémosle desacuerdo ideológico– la filosofía de Nietzsche pronto arribamos a la conclusión que estas diferencias son positivas: no es la discordancia de opiniones un negativo, sino que la valuación de cada quien, el esfuerzo por hacer realidad cada uno su tabla de valores, supera por mucho en el engrandecimiento del País el roce de la discrepancia. Nada hay nuevo bajo el sol y, por lo mismo, en una democracia no sólo es normal, sino que es de esperarse que en cuestión de grado y método haya discusiones sentidas, profundas y fuertes entre líderes empresariales y líderes políticos. A nuestra forma de ver las cosas nos resulta MUCHO MÁS PREOCUPANTE que el poder económico y el poder político caminen de la mano. ¡Malo cuando en una democracia se hacen a un lado las diferencias, pues cuando todos PIENSAN IGUAL deja de ser democracia para convertirse en dictadura! La democracia se enriquece y fortalece cuando en ella soplan libremente los vientos de la disidencia: la diversidad de opiniones enriquece y la pluralidad es necesaria, siempre y cuando ésta sea incluyente. ¡Qué bueno que hay diferencias y qué bueno que se habla de la importancia y valía del libre mercado y la libre economía en contraste con una economía de Estado rígida, controlada y microadministrada por el Gobierno central, si ésta se intentase implantar! Son todos estos temas válidos e importantes para discutir y esclarecer. Es un hecho que a partir del 1 de diciembre del 2018 México tendrá un nuevo Presidente y un nuevo Congreso: sea quien sea el que se siente en “La Silla” presidencial y ocupe los escaños, tendrá que gobernar PARA TODOS, un país diverso, con enorme potencial, pero desunido y plagado de enormes y apremiantes carencias. Por lo mismo, para empujar al País por el sendero ascendente del progreso se requerirá el esfuerzo de todos. Tendremos que estar unidos, no podemos darnos el lujo de quitarle el ojo al blanco: la “diana” es MÉXICO. La historia nos requerirá que le demos gusto a Nietzsche y demostremos al mundo entero y a nosotros mismos que, como pueblo y como sociedad, nuestra VOLUNTAD para escoger para México una nueva tabla de valores colectivos cuenta y cuenta mucho. No le tengamos, pues, temor a las diferencias de opinión, siempre y cuando sean limpias, sinceras, emanadas no de un interés personal, sino de una visión de País patriótica y democrática.

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